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Paisajes de Ravello

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Lo mejor de la Costa Amalfitana sin dudas es la cantidad de antiguos pueblitos a la orilla de la costa. Otros, escondidos y colgados de la montaña. Explorar esas pequeñas villas donde los italianos han desarrollado sus cultivos, sus costumbres y vivencias, nos hace descubrir la verdadera esencia del lugar. Unos más urbanizados que otros pero con el mismo encanto; ordenados, limpios y cuidados, y, hay que decirlo, con vistas absolutamente increíbles; son simplemente maravillosos.

Era nuestro segundo día en Italia. Estábamos parando en un hermoso departamento en el centro de Maiori. A comparación del día anterior, el cielo estaba completamente despejado, con un sol radiante pero bastante ventoso.

Nos levantamos sin mayores inconvenientes de jet-lag y luego del desayuno subimos al auto para emprender el viaje hacia Ravello. Este pueblo, reconocido mundialmente por sus limones casi del tamaño de una pelota de fútbol americano, sin exagerar, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. ¿Por qué motivo? Bueno… eso lo sabríamos después.

 

Estábamos a solo 10 kilómetros de esta población que se encuentra en lo alto de una montaña. El camino hasta allí es bastante ajetreado, como toda el circuito que bordea la Costa Amalfitana. La entrada del pueblo se encuentra sobre la ruta y está custodiada por un gran cartel con un camaleón gigante (o eso me parece a mi) hecho con venecitas. Desde ese punto, el camino se abre y comienza a ascender a través de las sierras. El paisaje se vuelve más vertiginoso y la camino se estrecha, tanto que en ciertos tramos sólo pasa un sólo vehículo. En cada curva íbamos descubriendo el espectáculo marítimo del Tirreno en contraste con las fincas y quintas, cada una con sus huertas y plantaciones ubicadas en el corazón de la montaña.

 

 

Nos detuvimos un instante para admirar el paisaje, específicamente en la entrada del camino que conducía al cementerio de Atrani. Me recordó a aquellos que había visto en el norte de Argentina, los cuales también suelen estar ubicados en las partes altas.

Al cabo de unos 10 minutos más llegamos a Ravello. El viaje en auto hasta allí fue genial, pero ahora teníamos el inconveniente de donde dejarlo. Los lugares en la calle estaban llenos, además de que no había mucha cantidad de lugares donde estuviera permitido aparcar. Hay que tener mucho cuidado si se decide alquilar auto para recorrer los pueblos de la Costa Amalfitana. Existe, lo que ya varias veces nombre en otros post, la ZTL (Zona de Transito Limitada). Estas zonas están sumamente vigiladas, sobre todo con cámaras, y generalmente nos impide ingresar con el auto al casco histórico del pueblo o ciudad.

Después de dar unas vueltas sin éxito, encontramos un parking a 3 euros la hora. Cuando bajamos del auto una ráfaga de viento nos despeinó por completo. Sacamos del baúl los abrigos, en la sombra estaba bastante fresco. El aire que se respiraba desde allí, bajo los pinos romanos, era totalmente limpio. Subimos por una escalera de peldaños empedrados que conducía a la plaza principal. Eran pasadas las 10 de la mañana y todavía no había demasiada gente. Alrededor del magnifico Duomo, que data del siglo XIII, varios cafés ofrecían sus servicios. Nos adentramos por una de las arterias de la plaza. Los canteros y macetas con flores de todos colores perfumaban el ambiente y se encontraban por doquier. No pudimos resistirnos a los negocios de artesanías en cerámica. Nos detuvimos para ver precios y conseguimos muy buenos. El infaltable imán con la vista más icónica del Ravello a €3, fue la primera adquisición.

Continuamos descubriendo la hermosa villa, subiendo y bajando las escaleras, lo cual era un tanto agotador. Ademas de explorar el lugar, buscábamos la vista de la que les hablaba antes, ubicada en Villa Rufolo. Lo que no nos dimos cuenta es que la entrada estaba sencillamente frente a la plaza principal. Pero como no hay mal que por bien no venga, más estando de viaje y perdiéndonos en esos lugares preciosos, tropezamos con un cartel que decía: Limoncello free taste. FREE TASTE! Claro que todo lo que es gratis ¡hay que probarlo!. Seguimos las flechas como Alicia persiguiendo al conejo blanco. Llegamos a la puerta de un pequeño negocio alejado de los demás. En la puerta volvía a rezar el mismo cartel que ofrecía la pruba de limoncello. Algo avergonzadas entramos a “mirar” los productos esperando que nos ofrezcan una copita. La tienda era diminuta. Las cinco entramos con nuestras mochilas y tratábamos de casi no movernos con temor a tirar algo de los estantes donde estaban exhibidos los distintos licores. Los precios no eran para nada caros, y las pequeñas botellitas de formas extravagantes, encantadoras. El negocio era totalmente vidriado y se veía la maquinaria con la que envasaban las bebidas a metros nuestro.

Toqueteamos, preguntamos precios, pero aún no nos ofrecían ningún licor. —Si no pruebo no compro — les dije a mis amigas por lo bajo, esperando que la tana que atendía no me entienda. Finalmente decidimos preguntarle si podíamos degustar. Nos dijo que si, y enseguida sacó unos pequeños vasitos de plástico y sirvió limoncello. Sinceramente no soy amante de esta bebida aunque degusté muchos y puedo afirmar que nunca probé uno más rico que este. A todas nos pareció exquisito y nuestras manos comenzaron a tomar botellitas de los estantes. Era realmente barato, sobre todo para hacer regalitos. 2,5 euros las mas pequeñas, 5€ las medianas y entre 8 y 10 las más grandes (más abajo dejo la dirección). Al final compramos un montón de botellitas cada una y también nos dieron de probar el licor de crema de melón. Era la gloria!, pero lamentablemente no pudimos llevarnos ni una botella, ya que la vendedora nos advirtió que al tener crema podría que estar fuera de la heladera una hora máximo.

Salimos de allí con nuestras bolsas llenas de lemoncello bien empaquetado y tomamos un camino que llevaba de vuelta hacia la plaza.

Una reja abierta de hierro repujado nos dio la bienvenida a Villa Rufolo. A nuestra izquierda, entre frondosos árboles, se encontraba la boletería donde nos cobraron una entrada de €5 por persona. Con ella, nos entregaron un mapa del lugar con las indicaciones de cada sitio para visitar. Realmente era un lugar de ensueño; la arquitectura, las galerías, los jardines, todo cuidadosamente ordenado.

Este mágico lugar pertenecía a una de las familias más importantes de Italia, Los Rufolo, data del siglo XI.

“El jardín del Alma” es sin dudas el más bello del lugar, o por lo menos debe serlo ya que en ese momento estaban ornamentándolo con nuevos plantines florales. Estos maceteros gigantes en formas geométricas totalmente simétricos, se funden con el horizonte y el mar, creando una paisaje sin igual.

Bajamos por las escaleritas de piedra hasta el bello jardín y nos acercamos a la baranda… y ahí estaba… la vista más famosa de Ravello. Los dos pinos romanos y las cúpulas de la iglesia Santa Maria delle Grazie en el medio, hermoso como un cuadro.

Era pasado el mediodía cuando regresamos al auto. Ahora nos dirigíamos a Amalfi, para tomar un bus que nos llevaría al pueblo de Bomerano. Allí nos esperaba una verdadera aventura a través del Sendero Degli Dei (Sendero de los Dioses)… pero eso se los cuento en otro post!.

 

ALGUNOS DATOS

Lemoncello:

“Profumi della Costiera”
di Mansi Daniele
Via Trinità, 37 – 84010 Ravello

Villa Rufolo:

Piazza Duomo
84010, Ravello (Salerno) – Italia

Horario: todos los días de 9.00 – 17.00 hs. (último ingreso 16.45 hs.)

Tarifa (2016):
General €5
Reducido €3 (mayores de 65 años y menores de 12 años)
Grupos de más de 15 personas €4

CÓMO LLEGAR A RAVELLO

Desde Amalfi (40 minutos):
Partiendo de Piazza Flavio Gioia autobus SITA a Ravello

Desde Sorrento:
Partiendo de Piazza Giovanni Battista de Curtis en Sorrento  tomar autobus SITA por Amalfi (1:30 hs. – 1:40 hs. aprox)
Luego desde Piazza Flavio Gioia en Amalfi, autobus SITA a Ravello (40 minutos)

Desde Nápoles:
Partiendo de Piazza Garibaldi (Estación Central Nápoles), tren a Salerno (30 o 40 minutos)
Luego desde Piazza V. Veneto (Estación Salerno) tomar autobus SITA por Amalfi (1:15 hs)
En Piazza Flavio Gioia, Amalfi tomar autobus SITA a Ravello (40 minutos)

Desde Salerno:
Partiendo de Piazza V. Veneto (Estación Salerno) tomar autobus SITA por Amalfi (1:15 hs)
En Piazza Flavio Gioia, Amalfi tomar autobus SITA a Ravello (40 minutos)

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