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Mi sueño surrealista: El Teatro-Museo de Dalí

  • Categoría de la entrada:EUROPA

Desde pequeña, los sueños fueron algo que llamó poderosamente mi atención. Siempre fui una soñadora activa (con todos los significados que esto implica), y siempre eran estados oníricos totalmente fuera de la realidad. Tenía casi una obsesión con el tema del inconsciente. Hasta hoy conservo cuadernos donde anotaba los disparates que pasaban por mi cabeza y que hasta a veces, transformaba en historias. Muchos se esfumaban a penas abría los ojos y tal vez, durante el día, algo me hacía recordar el delirio nocturno dejándome una sensación extraña. Ah! pero los sueños mas extravagantes eran los de la siesta, ¡sin dudas!. Pocas veces sucedía que yo practique esa actividad que tantos disfrutan, generalmente me aburría, pero cuando era totalmente necesario apoyar la cabeza en la almohada a las 2 de la tarde, ocurrían cosas insospechadas. A los 17 años, lo recuerdo como si fuera hoy, soñé que me veía durmiendo y soñaba el sueño de lo que soñaba en ese momento. Luego me despertaba, en el sueño, pero en realidad seguía durmiendo. Miraba el ventilador que se movía lentamente en el techo de mi habitación. Cuando desperté, realmente me desperté, en la misma habitación, sobre la misma cama, algo confundida por estar hasta en la misma pose que me había visto en el otro mundo, también miré el ventilador y estaba apagado.

Supongo que desde entonces, cuando “conocí” a Dalí, se convirtió en mi ídolo número uno. Era alguien parecido a mi, con esos pensamientos locos que emergían desde las profundidades del subconsciente, pero a diferencia, él tenía un talento excepcional para llevarlo al ámbito artístico.

Hace casi 4 años, paseaba con mi mejor amiga por las callecitas del Barrio Gótico de Barcelona, cuando descubrimos un letrero que nos anunciaba estar frente al Museo de Dalí. Nos miramos anonadadas como dos niñas frente a una juguetería. Ambas éramos (y aún lo somos) devotas de las obras del excéntrico maestro surrealista. Sin pensarlo entramos, decididas a pagar la entrada cueste lo que cueste. En ese momento nos dolió unos 20 €, pero no importaba demasiado. Estábamos por presenciar un momento único… nuestra sorpresa, y decepción, llegó rápidamente. El museo se trataba de una colección de dibujos, bocetos, alguna que otra escultura, joyas, pero poco de lo que esperábamos encontrar allí. Fue divertido, si, pero nos quedó un sabor amargo. La entrada había sido carísima y no fue satisfecha nuestra necesidad de saciar la sed de este genio de la imaginación.

Esa noche, cuando me acosté en la cama del hostel, encendí la tablet para investigar un poco más sobre el tema. Fue ahí cuando dí con el verdadero Museo de Dalí. El mismo se encontraba en Figueres, ciudad natal del pintor, a unos 60 km de Barcelona. Teníamos los días contados, todo milimetricamente organizado y estipulado. Realmente no cabía en nuestro itinerario esta maravillosa excursión que sabíamos, nos llevaría el día entero.

Es así como en Noviembre de 2016, cuando estaba organizando mi viaje Noruega-España (poco tiene que ver una con la otra), uno de los lugares indiscutidos era esta asignatura pendiente.

Ese sábado 18 de marzo el día estaba espectacular. A las 11 de la mañana era nuestro horario para entrar al museo, por lo tanto salimos alrededor de las 8:30 desde Barcelona. Teníamos un auto alquilado, con el que veníamos de recorrer la costa española desde la ciudad de Valencia. Era nuestro ante último día, y estaba especialmente reservado para esta visita durante el mediodía, y por la tarde llegar hasta la casa que compartió con su esposa Gala en el municipio de Cadaqués.

Nota mental: Las autopistas de Barcelona no son para personas impacientes, y con esto no digo que estén congestionadas o algo por el estilo, sino que, si no se conoce bien el camino, es muy fácil perderse y retomar a veces puede ser todo un problema. Hay que prestar MUCHA atención a los carteles, porque a veces sólo cambia una letra y ya estamos en otra dirección. Por supuesto que tener un mapa o GPS no está nada de más.

Una vez que bajamos de la AP-7, seguimos las señalizaciones que nos llevaban al centro de Figueres. La ciudad nos recordó, salvando distancias, a una costera de Argentina, y eso que estábamos alejados del mar; pero más que nada, creo que las edificaciones y el aspecto un poco solitario fue lo que evocó esa sensación en nuestra memoria. Cuando divisamos el Museo, con su revolucionaria fachada de castillo adornado con huevos, buscamos un estacionamiento que, para nuestra suerte, conseguimos a solo dos cuadras.

Habíamos llegado más temprano de lo que esperábamos, sin embargo nos dejaron pasar igual. Un tip que deben tener en cuenta es que no se puede ingresar con mochilas o bolsos, hay que dejar todo en el guardarropas.

Cabe destacar que este museo, antiguamente fue el Teatro Municipal de Figueres. El edificio había sido destruido en un incendio al final de la Guerra Civil. En la década del 60, fue el deseo de Dalí que su museo se construya en las ruinas de este teatro, y así lo hizo.

La visita comienza por un patio circular a cielo descubierto y de altas paredes de ladrillo. Este espacio era
donde se encontraban las butacas del antiguo teatro, quienes esperaban inertes a los espectadores todas las noches. Sobre estas paredes se enmarcan decenas de maniquíes dorados que alzan sus manos, como dándonos la bienvenida. En el centro, se encuentra una de las instalaciones más importantes, se trata de  “Taxi lluvioso”. Existieron 6 réplicas de esta obra y esta misma es la número cuatro. Este Cadillac auténtico, regalo de Dalí a Gala, fue utilizado por la musa del artista en su viaje por los Estados Unidos. Al acercarnos, vemos como uno de los vidrios de la ventanilla esta roto, y es por este orificio nuestra invitación a observar de una manera casi voyeurista, si se quiere, la intimidad de lo que adentro sucede. Accionado por un sistema de cañerías internas, vemos como cae el agua dentro del automóvil, mojando a los ocupantes, conductor y la pasajera. Sobre este Cadillac, se halla esposada a unas largas cadenas que concluyen en una colosal torre de neumáticos, la “Reina Esther” obra de Ernst Fuchs, nombrado por el propio Dalí como “El Dalí alemán”. Si alzamos la vista descubriremos una barca amarilla, perteneciente a Gala, sostenida por muletas y chorreante de gotas de agua, culminada por un paraguas negro.  En su conjunto, conforma la obra más grande del museo. Al colocar una moneda en esta instalación, el paraguas se abre y la lluvia comienza a caer dentro del Cadillac, convirtiendo esta maravillosa instalación en la obra surrealista más grande del mundo.

Entramos al edificio frontal que antes de los años 60 había constituido el espacio que ocupaba el escenario del teatro. Este gran hall, coronado por una imponente cúpula de cristal cubierta de triángulos, al parecer equiláteros, consta de tres paredes. Cada una de ellas con diferentes obras, instalaciones y entradas a los diferentes sectores del museo. A penas atravesamos la puerta vidriada, nos dio el recibimiento un inmenso mural, como era de esperarse, pintado por Dalí.

A nuestra izquierda, entre arcadas de de cemento y ladrillo, veremos uno de los retratos más famosos de nuestro querido artista: Gala desnuda mirando el mar que a 18 metros aparece el presidente Lincoln. Qué nombre largo y literal ¿verdad?. Y es que a Dalí le encantaba jugar con las realidades. A unos les puede parecer una cosa y a otros otra, pero al fin y al cabo son ambas. Bajamos la vista y descubrimos otras instalaciones más pequeñas a las que podemos darle movimiento con una moneda de un euro.

En la pared enfrentada, casi como si fuera parte de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, las dos manos señalándose con el dedo índice, se encuentran flotando sobre el techo.

Las 22 salas de exposiciones están numeradas y podemos ir siguiendo un orden ascendente con el mapa que nos otorgan en la entrada. Continuamos por La Sala del Tesoro. De paredes forradas por un suave terciopelo de un rojo intenso y, en composé con el nombre puesto por el mismo Dalí, como si de un cofre de joyas se tratara, guarda celosamente una exquisita selección de oleos y dibujos enmarcados, donde reiteradas veces la protagonista es su musa inspiradora, su esposa Gala.

LA SALA MAE WEST 

Un buen día el pequeño Salvador Dalí, ya imaginativo desde temprana edad, se encontraba en su habitación. Repentinamente, se subió a un silla para observar dicho cuarto desde otra perspectiva. Así, sin más, se dio cuenta que podía transformar los elementos cotidianos en otras cosas dependiendo el punto desde el cual se lo mire. Qué metáfora aplicable a cualquier aspecto de la vida ¿no?. 

Esta idea, aparentemente se alojó en su inconsciente hasta que, 30 años después, pintó el retrato de la estrella de Hollywood Mae West, a quien admiraba profundamente, transformando su rostro en una habitación realista. Es decir, sustituyó sus facciones por cuadros, muebles, cortinas y otros accesorios, recreando un apartamento. Este cuadro, bautizado  “Rostro de Mae West utilizable como apartamento”,  se encuentra en el Art Institute de Chicago, en Estados Unidos.

Sin embargo, en 1975, mientras construía este gran teatro-museo, junto al arquitecto Óscar Tusquets, se le ocurrió reproducir este cuadro de una manera tridimencional. O sea, reproducir la pintura en un espacio real, con objetos aparentemente reales. Es así como los ojos se convirtieron en los cuadros, la boca en el sofá, el cabello en cortinas, las chimeneas en la nariz. Si se fijan con atención en las pinturas de los ojos, descubrirán que son imágenes nebulosas del Sena en Paris. Pero eso no es todo, falta la magia del “punto desde donde se lo mira”.

Cuando uno ingresa a esta sala, uno de los lugares más elocuentes de todo el museo, ve los llamativos objetos desparramados en el espacio, sin embargo ignoramos que la obra no esta completa hasta que subimos por las escaleras custodiadas por un camello de patas lánguidas y miramos a través de la gran lupa, quien da el marco y el efecto finalmente esta extraordinaria instalación.

 

Este museo no es para despistados, sino para los curiosos. Ir con los ojos bien abiertos y los sentidos atentos, es muy importante para exprimir al máximo el tiempo en este mundo onírico.

Por qué digo esto… Si se fijan bien, a penas atraviesan la puerta de la Sala Mae West, verán una pared con dos agujeros. La misma pared es la que, si dan la vuelta, sostiene los cuadros-ojos de la actriz. Pues bien, ¿por qué no espiamos por estos huecos?.

¿Se trata de otro ambiente del apartamento daliniano? ¿o el interior del la cabeza de Mae West se convirtió en un dormitorio selvático?.

Otra realidad, dentro de la otra realidad que es otra realidad!… ¿se entiende lo genio que es este hombre?.

 

 

 

 

 

LA SALA DE LAS PESCADERIAS

Este espacio expone obras de distintas etapas de Dalí. Como dijimos antes, se reitera la idea de una imagen dentro de otra con diferentes significados, y también ingresaremos al mundo estereoscópico del pintor.  Encontramos dos pequeñas sillas de madera y mimbre donde, al sentarnos en cada una de ellas, tendremos una vista perfecta para poder apreciar dos de sus obras en tres dimensiones. A Dalí le interesaba mucho el tema de la tridimensionalidad, la simetría y la óptica. Utilizando dos espejos y apoyando la nariz sobre el vidrio, justo en la arista de los dos espejos, podemos observar como la pintura genera este efecto donde los objetos parecen tener volumen y levitar sobre el lienzo.

Esta sala está conectada con otra, mucho menos iluminada, donde se encuentra la cripta del mismísimo Dalí. Una gran placa de piedra grabada así lo anuncia: “Salvador Dalí Domènech. Marqués Dalí de Púbol. 1904-1989” . A su alrededor parte de la colección de joyas diseñadas por Dalí resplandecen en sus vitrinas.

 

LA SALA DEL PALACIO DEL VIENTO

Entrañable para Dalí, por ser el lugar donde presentó públicamente una obra por primera vez, allá por el 1919, la Sala del Palacio del Viento alberga en su techo uno de los óleos más grandes del artista.

Si nos detenemos a observarlo, nos damos cuenta que se trata de Gala y Dalí ascendiendo a los cielos, y si miramos más minuciosamente cada detalle de esta obra maestra, descubriremos que asimismo ambos están sentados de espaldas contemplando su propia muerte. Además de elementos propios del autor, como lo son las muletas y los relojes derretidos, ya convertidos en un clásico.

En esta sala también encontraremos mobiliaria daliniana y entre ella, una de las obras más famosas “Galatea de las Esferas”. Este cuadro pertenece a la época en que Dalí comenzó a interesarse mucho por la ciencia, la física, la descomposición de los átomos. Le llamaba mucho la atención y le parecía algo increíble que la materia esté formada átomos pero que no se tocaran. Es así como pinto esta representación de su musa en esta ocasión.

En otro sector, veremos en una imagen holográmica donde, para nuestra sorpresa, aparece el cuadro Las Meninas de Velazquez. Dalí tenía total admiración por este artista, hasta algunos dicen que su bigote fue
un “homenaje” al pintor barroco. Es más, como recordaran los más estudiosos en la materia, en el cuadro de Las Meninas aparece el propio Velazquez pintando. Este recurso de autorretrato es también utilizado por Dalí, como buen alumno de maestro.

LA SALA NÚMERO 22 

Esta sala presenta una exposición temporal. Aquí no solo se vemos varias de las obras estereoscópicas de Dalí, sino que se han instalado unos dispositivos para poder observar esta tridimensionalidad que quería mostrar el artista. Bastará con que observemos a través de las gafas empotradas en las paredes, para ver este efecto óptico.

Entre tantas obras del genio surrealista, existe una sala que contiene parte de su colección privada: la Sala de Obras Maestras. Aquí encontraremos trabajos de sus pintores favoritos como Marià Fortuny, Modest Urgell, Gerard Dou, Meissonier, El Greco, Marcel Duchamp y Bouguereau.

Queda mucho más por hablar y desentrañar sobre este personaje con imaginación y talento indiscutido. Este relato es solo un panorama de lo que van a encontrar en su Museo de Figueres. Lo demás, los invito a descubrirlo y a que saquen sus propios análisis en su visita. Es simplemente algo imperdible.

“Quiero que mi museo sea como un bloque único, un laberinto, un gran objeto surrealista. Será un museo absolutamente teatral. La gente que venga a verlo saldrá con la sensación de haber tenido un sueño teatral”.
Salvador Dalí.

¿COMO LLEGAR AL MUSEO DE SALVADOR DALI?

Como les dije, está ubicado en Figueres, a 140 kilómetros de Barcelona aproximadamente y a un poco más de 80 km. de la frontera con Francia.

Desde Barcelona:

  • En auto: por la AP-7 (cruza dos peajes total: 25,52€ ida y vuelta). Se tarda aproximadamente 1:45 a 2 hs.
  • En tren: dependiendo de cual se tome puede tardar entre 1:30 hs. a 2:30 hs. (aproximadamente 32€ ida y vuelta)
  • En bus: desde Estación de Autobuses de Fabra y Puig, volver el 602 Hacia Estación de Autobuses de Figueres. Tarde 02:20 hs. Desde Hacia Estación de Autobuses de Figueres caminar 900 metros Hasta el Museo.
La dirección del Museo-Teatro Salvador Dalí es: Plaza Gala y Salvador Dalí, 5, Figueres, Girona, España.

¿CUÁNTO SALE LA ENTRADA?

  • Individuales: 14€ incluye Dalí Joyas
  • Reducida: 10 € incluye Dalí Joyas (Estudiantes, pensionistas, jubilados, titulares del Carnet Joven)
  • Grupos (+25 personas s/Dalí Joyas): 9€ con reserva previa.
  • Grupos (+25 personas c/Dalí Joyas): 10€ con reserva previa.
  • Teatro-Museo de noche: 15 € incluye Dalí Joyas.

¿CUÁNDO VISITAR EL MUSEO DE DALI?

  • Del 1 de enero al 28 de febrero de 10  a 18 hs.
  • Del 1 de marzo al 1 de junio de 9:30 a 18 hs.
  • Del 1 de julio al 30 de septiembre de 9 a 20 hs.
  • Del 1 de octubre al 31 de octubre de 9:30 a 18 hs.
  • Del 1 de noviembre al 31 de diciembre de 10:30 a 18 hs.

Apertura nocturna: Del 1 de agosto al 31 de agosto de 22 a 01 hs.

Último acceso: 45 minutos antes de la hora del cierre.

¿CÓMO COMPRAR LAS ENTRADAS?

Pueden hacerlo a través de la página web  o en boletería.

MÁS INFORMACIÓN EN:
Facebook: www.facebook.com/MuseusDali
Twitter: www.twitter.com/MuseuDali
Web: https://www.salvador-dali.org/es/

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