En este momento estás viendo Cómo viajar en TREN por EUROPA – Diario de viaje I

Cómo viajar en TREN por EUROPA – Diario de viaje I

  • Categoría de la entrada:EUROPA

5 de Octubre de 2013

 Madrid, donde nada puede malir sal

Después de 13 horas arriba del avión, y de 5 meses planeando este viaje con mi mejor amiga Nati, arribamos a Barajas, el aeropuerto de Madrid. Decir que es inmenso le queda chico. Escaleras, ascensores y hasta un pequeño tren, tuvimos que tomar para pasar por migraciones y recoger las mochilas.

Como si tuviéramos 10 años nuevamente, comenzamos una ridícula carrera por el largo pasillo con una mujer mayor, bastante anciana pero con energía, quien intentaba sacarnos ventaja para llegar primero a la fila. La tentación de risa no se hizo esperar, lo cual nos sacaba fuerzas para continuar en ritmo y teníamos que detener la marcha para tomar aire. Entre el cansancio del viaje, el jet lag, el peso de la mochila y la situación de comedia bizarra, estábamos descostilladas de risa.

Una vez que hicimos todo el tramiterio, nos dirigimos a la estación de subte, que, para nuestra suerte, también estaba dentro del aeropuerto. Frente a ella, estaba la oficina de Eurail, donde activaríamos el famoso GlobalPass. Bastantes meses antes del viaje, compramos por internet este pase, el cual me llegó a mi domicilio a la semana de haberlo comprado. Algo que hay que tener muy en cuenta, si se viaja de a dos, es que, en este caso hay una ventaja económica respecto a un pase individual. Eso si, esto está destinado a las personas que en TODOS los viajes que realice, lo haga con la otra persona. Siempre de a dos, no pueden viajar por separado. Este Pass Saver, asi se le llama, nos hizo ahorrar unos cuantos euros. Nuestro pase consistía en 10 días no consecutivos de viajes ilimitados, pudiendo ser utilizados a lo largo de 2 meses. Incluía todos los países de Europa menos Inglaterra y Serbia y Montenegro. El mismo también te otorgaba traslados gratis en algunos subtes, buses y hasta ferrys, además de descuentos y esas cosas. Una vez activado el pase, los días comienzan a contar y, cada día que se usa, hay que marcarlo manualmente. Supongo que los europeos apelan mucho a la honestidad del viajero, pero a veces algunos “olvidadizos” pueden obtener jornadas de viajes gratis. Ojo!, el riesgo es grande y se pueden pagar grandes multas por no tener el pase marcado.

Hay que destacar que si bien viajas ilimitadamente con el pase, en varios países los trenes tienen una reserva obligatoria y es paga. Obviamente, no sale lo mismo pagar un pasaje en tren sin el pase que con el pase. Siempre que se planee tomar más de 4 trenes durante tu estadía en Europa, conviene sacarlo.

En todo España, utilizando RENFE, la reserva es sine qua non y, viajando dentro del país o fuera, cuesta 10 euros. Sin embargo, en otros paises puede ser opcional, costando entre 4 y 6 euros. En algunos ni hace falta reservar. Pueden tramitarse con 1 mes de anticipación y por internet. En nuestro caso, el tren que necesitábamos tomar de Madrid a Barcelona, donde seria nuestro primer destino real, decidimos reservarlo cuando llegáramos, por si se atrasaba el vuelo o algo similar.

Siendo las 7:30 am entramos a la boleteria que se encuentra dentro del aeropuerto. Activamos el pase, y compramos la reserva para el tren directo que saldría a las 9 am de Atocha para llegar en 3 horas a la maravillosa ciudad de Barcelona. Aun nos quedaba tomar un tren que tardaría media hora en llegar a la gran estación madrileña.

Como si nunca hubiéramos visto un tren igual, y de verdad que era de primera, subimos al vagón casi vacío. Nuestras mochilas, que parecían dos caparazones de tortugas ninjas debido al envoltorio verde del aeropuerto, ocupaban, cada una, un asiento más. Eso de viajar livianas no era lo nuestro.

El viaje se hizo corto. En cada estación donde paraba el tren, se escuchaba la voz de una mujer gallega por el altoparlante diciendo el nombre del lugar. Me llené de emoción al oír: “Próxima estación: Mar de Cristal. Combinación con línea 8”. Esta es una frase que aparece en un cd de “Attaque 77”, antes del tema “El Jorobadito”… una estupidez que a nadie le importa, pero es un lindo recuerdo para mi.

Llegamos a Atocha alrededor de las 8:15. En la oficina de RENFE nos habían dicho que el tren saldría del andén número 5, asique nos sentamos medio dormidas a esperar que se hagan las 9.

Mientras observábamos en silencio llegar y partir otros trenes, y sacábamos al algunas fotos, se hicieron las 8:50. El tren, que al ser de larga distancia debería estar unos cuantos minutos antes, no aparecia. Me surgió la duda si estaríamos en el andén correcto. Se lo comenté a Nati. Ella inmediatamente fue a preguntarle a una mujer que estaba a unos metros la cual no sabía nada. Una pareja se arrimó y le dijo, como quien no quiere la cosa, que los trenes de larga distancia salían del anden que estaba en la parte superior de la estación. Pequeño detalle, ¿no?… Desesperadas y a contrarreloj, agarramos las mochilas y empezamos a correr. Subimos las escaleras mecánicas como podíamos, con miedo de caernos para atrás ya que la mochila pesaba la mitad de nosotras. El reloj ya daba las 9, cuando salimos a la superficie y todavía faltaban varios metros para llegar a la otra estación, y ni hablar de buscar el andén.

— Ya fue, Vero… —me dijo Nati exhausta y con mala cara. Con mi obstinación por delante no me daba por vencida a perder el boleto de tren. Me acerqué al mostrador donde vendían los pasajes y le conté lo sucedido a la española que me atendió. Me dijo lamentablemente ya estaba perdido, que debía hacer una nueva reserva (o sea, volver a pagar los 10 euros) y encima ya estaba todo vendido. El próximo tren recién saldría a las 3 de la tarde. No lo podía creer. No hacía ni 24 hs. que estábamos en continente europeo y ya teníamos problemas, y eso que era un país donde hablaban español. No quería ni imaginarme cuando llegaramos a Alemania.

Sin otra opción hice la reserva. Ahora la pregunta era qué haríamos desde las 9 hasta las 3 en Madrid.

Lo primero que hicimos fue deshacernos de las mochilas y quedarnos solo con lo importante: el termo, el mate y la cámara de fotos. En la mayoría de las estaciones de tren de las ciudades más importantes de Europa, hay un lugar donde, por algunos euros, podes guardar la valija/mochila en un locker. En Atocha nos cobraron 5 euros uno grande, donde entraban las dos mochilas.

Salimos al exterior donde nos recibió una gran avenida. El sol comenzaba a asomarse perezoso entre los edificios de la ciudad. Nos sorprendió que era un calco de Buenos Aires, o mejor dicho Buenos Aires es igual a Madrid. Era un día espectacular, sin una nube en el cielo. Fresco en la sombra. Muchos de los negocios que estaban por allí, recién comenzaban a levantar sus persianas.

Buscamos un lugar donde comprar algo para desayunar y encontramos una especie de despensa-almacén-quiosco donde conseguimos unos sanguchitos de miga envasados que salían algo de 2 euros y una botella de dos litros de agua por 0,60 cvos. de euro. Estábamos bastante hambrientas.

Mientras caminábamos por Paseo del Prado, pensábamos que íbamos a hacer todas esas horas. Una de las opciones obvias era entrar a alguno de los museos que estaban ahí nomas. Pero como la última ciudad que íbamos a visitar en nuestro EuroTrip era Madrid, lo que más nos convenía a nivel monetario era ir a los museos por la tarde o el día free. En el Museo del Prado, por ejemplo, después de las 18 y hasta las 20 hs, la entrada es gratuita. Te ahorras 14€, siempre y cuando no sea lunes, que se encuentra cerrado, al igual que muchos museos de Europa.

Entonces caminamos, sacamos fotos y paseamos por una feria que estaba ubicada frente al Museo del Prado, en un boulevard.

Cansadas y con calor por estar al rayo del sol, nos sentamos en una especie de placita que estaba frente a la Fuente de Neptuno.

No sé decir cuanto tiempo pasamos ahí, cuando el malhumor comenzó a apoderarse de nosotras. Creo que por momentos hasta nos quedamos dormidas detrás de nuestros lentes oscuros. Nati intentó leer su libro, del cual no recuerdo el nombre, pero solo pudo pasar algunas páginas. Para pasar el tiempo, me dediqué a sacar fotos, con la cámara, con el celular, y hasta con la máquina de ella.

El sol del mediodía nos pegaba en la cara, el cansancio era extremo, por lo menos para mi. Para levantar los ánimos lo mejor era ir a comer algo. Si, si, alma de gordas las dos. —Algo típico del lugar— pensamos. Después de caminar algunas cuadras hacia Atocha nuevamente, nos metimos en una especie de bodegón viejo, muy parecidos a los que hay en Buenos Aires sobre la Av. Corrientes.

Miramos los precios… al principio era inevitable no convertir cada euro a peso y todo nos parecía carísimo. Queríamos comer por 2 euros y ese tipo de cosas. Es posible, pero en los restó no hay que esperar la gran cosa.

Nos sentamos en una especie de mostrador angosto, perpendicular a la barra y leímos la carta. “Bocadillo de calamar” sonaba bien. O por lo menos yo me imaginé una canastita con rabas. Pocas, pero rabas al fin. Por el mismo precio además, venia con un vaso de cerveza tirada. Perfecto!. Alma de gorda y de borracha, como que no. Le pedimos al mozo dos bocadillos de esos. A los pocos minutos vino con los dos vasos de cerveza y dos rodajas de pan con jamón crudo ibérico encima. “Invitación de la casa” dijo. Creo que son las 4 palabras más maravillosas que escuchamos ese día. Comida GRATIS!!!! Nuestra mirada se iluminó como si hubiéramos ganado un millón de euros. Parecíamos dos muertas de hambre en país extranjero, y llegamos a la conclusión de que le habíamos dado lástima al señor que estaba ateniendo la caja, tal vez el encargado o dueño del lugar.

Al rato, el mozo regresó con el calamar. Al parecer en España todo lo que es llamado “bocadillo” viene arriba de un pan. Por lo tanto, eran rabas, si, pero adentro de un pan francés. Digamos que un sandwich de rabas.

Como si se tratase de una broma pesada que le estuviera jugando alguien, Nati, en su intento por salar su bocadillo, no percato que estaba mal cerrado el salero. Las partículas salinas formaron una pequeña montañita sobre los aros de calamar frito. Inevitablemente estallamos en risas. Las sacudió un poco como pudo y las terminó comiendo en una sola mitad de pan, con mucha mayonesa, por supuesto.

Terminamos y pagamos la cuenta. Eran alrededor de las 13:30 cuando decidimos emprender el camino a Atocha. Era mejor llegar temprano por cualquier tipo eventualidad y de paso tomar unos mates para despabilarnos un poco.

Estábamos paradas esperando que el semáforo se pusiera en verde para cruzar la avenida que nos separaba de la estación. Se escuchaba un leve pitido de la señal para ciegos, suponemos, que salía del semáforo. De pronto el “muñequito” cambio a verde y el pitido se volvió más alto y agudo, y la intermitencia mucho más fluída, como si fueran disparos laser. Mi cabeza explotó en una película.

—Nos atacan los OVNIS!!!! – le grité a Nati y casi agarrándola de la mano la obligué a cruzar la calle corriendo. Agitadas, casi sin aire y muertas de risa, pisamos la vereda. Si no nos importaba parecer dos locas en Argentina, mucho menos en España.

Una vez que agarramos las pesadas mochilas nuevamente, buscamos una cafetería donde nos vendieran agua caliente para el termo. Nos sentamos en la sala de espera de la estación, aun faltaba un buen rato para que se anuncie nuestro tren.

Tomamos un par de mates y nos amuchamos, cada una con sus cosas bien agarradas, para intentar dormir una siestita.

El despertador sonó a las 3 menos 20. Aún con los ojos medios pegados, me dirigí hacia la pantalla que indicaba las partidas y los andenes correspondientes. Ahí aparecía el nuestro, el cual partiría del maldito andén 5. Rápidamente nos aproximamos hacia allí.

Al subir al tren dejamos las mochilas en el compartimiento para valijas. Era medio extraño para nosotras y nos daba un poco de recelo dejarlas ahí, junto a otras, sabiendo que podría venir cualquiera, agarrarlas y bajarse del tren dejándonos prácticamente sin nada!… pero bueno, confiamos.

No sé como seria la segunda clase del tren, pero la primera era realmente de primera. Asientos cómodos enfrentados, como si fuera un cubículo; amplios, con mesa plegable en el medio. Enchufes y conectores escuchar la radio con auriculares. De 10!. A mi derecha un gran ventanal por el que se veía el hermoso paisaje… diría esto si lo hubiera visto, ya que a los pocos minutos de que el tren se pusiera en marcha, volví a abrazar mi mochila de mano y a quedarme profundamente dormida.

A las 18 hs. aproximadamente arribamos a la ciudad de Cataluña, en la estación Barcelona Sants. Nuestro hostel quedaba a exactamente 10 cuadras de ahí. Cuando lo planeamos, inexpertas en el tema de andar con mochila de mochilero, dijimos: ah no es nada caminar 10 cuadras!. Pero estar con 20 kilos encima por más de 10 minutos no es aconsejable para nada. Ya desde ese primer momento empezamos a odiar nuestro equipaje. Para atenuar el malhumor por la carga, el reiterado cansancio y las cuadras que nos separaban del hostel, Nati empezó a cantar la canción de los Reyes Magos. Si, es bizarro. Pero resulta que el hostel, llamado “Alberguinn” (un nombre bastante sugestivo), se ubicaba en la calle Melcior de Palau. Melchor… uno de los Reyes Magos… lo demás sale por lógica (?). Asi que íbamos así: por las calles de Barcelona cantando: “Llegaron yaaaa los Reyes y eran tres…”, dos argentinas locas sueltas en….¿cómo era?.

En fin, como si las 10 cuadras hubiera sido poco sufrimiento, tuvimos que subir dos pisos por escaleras… si, si, adiós meniscos. El hostel estaba bastante bien. Por 15 euros por noche teníamos una habitación amplia, para 14 personas mixta (que finalmente resulto ser solo de mujeres), con wifi, desayuno, agua caliente, cocina completa, etc. Nos tocó una cama marinera de dos pisos pegada a la ventana. Elegí la de arriba.

Por más que estábamos muertas, nos dimos un baño reparador y preguntamos a la recepcionista del hostel donde había algún lugar con barcitos como para picar algo. Nos entregó un mapa de la ciudad y nos indicó varios lugares, entre ellos una placita donde había varios.

No sé en donde habremos doblado mal, pero hicimos solo un par de cuadras y ya estábamos perdidas. Preguntamos y con ayuda del mapa, logramos llegar. La placita era al mejor estilo San Telmo en Buenos Aires, tenia varios bares alrededor y las mesas de cada bar en el medio de la plaza apenas arbolada. No sentamos en uno que se llamaba “Fo Bar” y pedimos la carta. Nos decidimos por unos nachos con guacamole y cheedar… como si estuviéramos en México, y dos porrones de cerveza “Estrella”. Coincidimos que fue una de las más ricas que probamos hasta el momento. La porción de nachos no era muy grande, pero sin lugar a dudas, hasta el día de hoy, los mejores nachos con queso y guacamole que probé en mi vida. Nadie hubiera pensado que los comería en una ciudad española, pero así fue.

A pesar del agotamiento y la relajación de nuestro cuerpo haciendo la digestión, todavía servíamos para seguir de gira, o mejor dicho, exprimir cada minuto del viaje. Lo que queríamos ahora era jugar pool. Le preguntamos al mozo y nos mostró una calle en el mapa, en la cual había varios lugares donde podríamos hacerlo. Caminamos unas cuadras hasta que encontramos uno que no solo tenia pool, si no que también tenía futbolín!, a lo que nosotros llamamos metegol.

Pedimos dos porrones de cerveza, que salían 1,5 euros cada una. Diferentes ya que uno de nuestros
objetivos del viaje (?) era probar todas las que podamos. Jugamos dos fichas de pool mientras nos tomamos dos porrones más.

Siendo la 1 am. aproximadamente, decidimos iniciar la vuelta. Caminamos por la calle recurriendo a nuestra memoria fotográfica que estaba claramente afectada por nuestro buen amigo el alcohol. Supongo que acá viene la parte de la “escena perdida” en el relato sobre los acontecimientos que pasaron.

De pronto miramos el mapa y no sabíamos donde estábamos ni como llegar al hostel. Todavía no entiendo como teniendo mapa nos perdimos, pero esta crónica es fiel a la realidad. Nos cruzamos con un par de australianos, y les preguntamos en un inglés indio, donde estabamos paradas. Todavía no sé si no nos entendieron una palabra o estaban tan perdidos como nosotras. Era absurdo preguntarle a alguien que habla ingles estando en un país donde, seguramente, mucho más de un 90% de las personas hablan nuestro mismo idioma. Pero asi es la suerte, o mala suerte en este caso, que el segundo par de personas que nos cruzamos en la misma cuadra eran italianos!. Volvimos a preguntar. Uno piensa que… que se yo, el italiano se parece más al español, y tal vez puedas entenderte un poco más… la cuestión es que los tanos venían medio preocupados, para no decir, paranoicos, porque habían visto un robo, o les habían querido robar, o vaya uno a saber que les pasaba. Lo cierto es que en nuestro estado de semi ebriedad, más estar relativamente perdidas y que sean más de la 1:30 de la mañana, sus palabras no eran muy alentadoras para dos chicas forasteras solas en las calles de Barcelona.

Seguimos caminando, con miedito a cualquier persona que veíamos sospechosa, ya que no obtuvimos ninguna solución por parte de los tanos. De repente se nos prendió lamparita, o mejor dicho, se nos abrieron los ojos y vimos a lo lejos, la estación B. Sants. Debo admitir que fue un alivio ver algo conocido para lograr ubicarnos y poder volver a “casa”.

Al cabo de 10 minutos llegamos al hostel. En medio de la oscuridad de la habitación, solo alumbrando con la luz que desprendía la pantalla del celular encendido, buscamos nuestra ropa de dormir y enseguida nos acostamos despues de ese día extremadamente largo. Nuestro primer día en Europa 😀

Continua en BARCELONA…

 

Si les gustó no se olviden comentar y compartir 😀

 

Saludos!!

 

GALERIA DE FOTOS

Esta entrada tiene un comentario

  1. TREMENDA AVENTURA PARA SER SOLO EL PRIMER DIA, LO BUENO ES QUE UNO VIAJE A VIAJE VA APRENDIENDO!!!!!

Deja una respuesta