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Barcelona: la ciudad de Gaudí – Diario de viaje 3

  • Categoría de la entrada:EUROPA

Esta historia es parte de mi primer viaje por Europa. Si quieren leer la primera parte del Diario de viajes pueden hacer click aqui, la segunda aqui y si no, seguir leyendo sobre Barcelona en este post 😉

 

7 de Octubre de 2013

Después de leer esto nadie puede decir que nuestro último día en Barcelona no lo aprovechamos:

Alrededor de las 8 nos levantamos a desayunar. Habíamos sacado por internet el ticket para visitar la “Sagrada Familia”, el cual pedimos a la recepcionista del hostel que nos imprima. Recuerden que sacando el boleto por la web se evitan de hacer colas, y además pueden reservar el día y horario en el que van a asistir. Es muy importante ser puntual ya que no dejan ingresar antes o después del horario que dice el ticket. Hay diferentes tipos de visitas: general, guiada, con audioguía, con acceso a las torres, etc. Nosotras sacamos la general que es sólo el ingreso a la Basílica y al museo. Nos salió 15 euros.

Para llegar tomamos el metro y bajamos en la estación llamada justamente “Sagrada Familia”. Todavía era temprano, asique nos sentamos en unos banquitos que había en la plaza frente a la iglesia.

Hablemos un poco del genio de Antoni Gaudí, un artista inigualable que nos dejó con la boca abierta:

Este arquitecto español, quien tenia una clara inspiración por las formas de la naturaleza, asumió en 1883 la construcción de la Sagrada Familia. Reformuló su diseño por completo, planeaba que el templo tuviera 18 torres, pero solo tuvo tiempo de crear una sola antes de su muerte. Sin embargo, este genio de la arquitectura, dejó planos y maquetas tan específicamente confeccionados, que al día de hoy se sigue construyendo esta excepcional obra. Al día de hoy la Sagrada Familia ya cuenta con 8 torres de las 18. Cada torre representaría distintas figuras religiosas, como Apóstoles, Evangelistas, María y Jesús. Todas en diferentes alturas según la importancia de jerarquía. En las fachadas del templo se puede observar la representación de los 3 momentos más importantes en la vida de Jesús: el nacimiento, la pasión y la muerte y resurrección. Son increíbles las formas como están talladas en las piedras. Si por fuera es una obra maestra, el interior los dejará sin palabras. Si bien tiene un claro estilo gótico, como ya dije, Gaudí tenía una “obsesión” por la naturaleza y sus formas. Decidió construir el interior de este magnífico santuario como si de un bosque se tratara y para facilitar la edificación, proyectó la obra basándose en formas geométricas, elegidas cuidadosamente para otorgar diferentes bondades, no solo estéticas sino como ser luminosidad, acústica, estructura sólida, etc. . Aquí adentro nos encontraremos con columnas ramificadas, como si fueran árboles, elipsoides para formar los nudos de las ramas. Escaleras espiraladas, simulando caracoles. Las paredes repletas de vitraux de diferentes formas, dimensiones y colores del arcoíris, hace que el sol ingrese bañando el lugar con una luz mágica que va variando según el horario.

Esta maravillosa obra arquitectónica, símbolo de Barcelona por excelencia, aun sigue en construcción y no tiene fecha de finalización.

Una curiosidad sobre Gaudí es su “extraña” muerte. Se dice que Antoni iba caminando hacia la plaza Sant Felip Neri, cuando al pasar por la Gran Via de les Corts Catalanes, entre las calles Girona y Bailén, un tranvía que viajaba a solo 10 km/hora lo atropelló. Tirado en el suelo, herido de gravedad, nadie acudía a socorrerlo porque por su aspecto, digamos que no era muy prolijo con su imagen, lo confundieron con un vagabundo. Un guardia civil se percató de lo ocurrido y auxilio a nuestro querido artista, sin saber tampoco de quien se trataba. Luego de lidiar con varios taxistas, ya que ninguno quería llevar al “linyera” en su auto, consiguió uno que lo trasladara al hospital. Lamentablemente tres días después del hecho, Gaudí falleció a sus 73 años. Su cuerpo fue enterrado en la Cripta de la Sagrada Familia luego de que el cortejo fúnebre recorriera gran parte de la ciudad, seguido de una multitudinaria muchedumbre.

Una vez que decidimos salir de la “Sagrada Familia”, volvimos a tomar el metro para ir esta vez hacia “La Rambla”. Esta avenida es de las más famosas de la ciudad, va desde la plaza de Cataluña hasta el puerto antiguo. Si pasean por esta calle verán centenares de negocios, florerías, mercadillos, ferias, restaurants, etc. También aquí se encuentra La Boquería, pero eso lo visitaremos más adelante. Caminando por La Rambla llegamos hasta uno de los puntos que queríamos ver: El monumento a Cristobal Colón, quien señala hacia el mar haciendo metáfora del descubrimiento de América. Atravesamos el puerto buscando un lugar donde comer. Si bien estábamos en otoño, el sol del mediodía nos hizo mantenernos en mangas cortas. Nuestra misión en ese momento no era sólo almorzar, sino comer lo MAS barato posible. Habiamos desayunado bastante bien, asique decidimos solo picar algo. Buscar precio no siempre el lo más cómodo y divertido. Las cuadras comenzaban a hacerse interminables. Dimos la vuelta a través de la “Rambla del mar” , pasando por Maremagnum, que se trata de una especie de Shopping gigante frente a decenas de yates y barquitos privados anclados en la costa del puerto. Seguimos nuestro recorrido pasando por la puerta del Acuario. Cada vez había menos lugares donde comer y en silencio nos arrepentíamos de no haber parado en los que ya habíamos visto. Nuestro estómago empezaba a crujir y el sol, cada vez más fuerte, nos empezaba a insolar y poner de mal humor. Si!, est permitidonos empezaba a insolar y poner de mal humor. Si!, esta peer parado en los que ya habiamos lados en la costa del puertoá permitido en un viaje ponerse de mal humor… pero solo un ratito!!!!!!. Hay que saber, sobre todo cuando uno viaja acompañado, que hay cosas como el cansancio y el hambre, pueden ponerlo a uno de muy malas. Tolerancia ante todo, señores!. Cerrando ese paréntesis, prosigo: seguimos caminando hasta que encontramos un pequeño barcito/restaurant con un letrero en la puerta que decía: rabas+cerveza: 3€ // patatas bravas+cerveza: 3€ . ¿Qué hicieron las chicas? ¡Deme uno de cada!. Entonces todo el mal humor se disipó, tuvieron la panza llena y fueron felices para siempre… ¿? Bueno en realidad no tan felices por un lado cuando volvieron a ponerse en marcha y darse cuenta las AMPOLLAS GIGANTES QUE TENIAN EN LOS PIES. Ahhhhh el tema del calzado es super mega importante!! Esta bueno hacerse la diva e ir con lindos zapatitos por las ciudades europeas, pero por supuesto tiene sus consecuencias. Siempre lleven el calzado más cómodo que tengan, y si pueden varios, para ir cambiando y que los pies no sufran tanto, porque les aseguro que lo que van a caminar por Europa no lo van a caminar en su vida.

Como bien decía, volvimos hacia La Rambla, ya que queríamos caminarla hasta la Boquería e ir subiendo. Nos habíamos quedado fascinadas con Gaudí y queríamos buscar la Casa Batlló y La Pedrera, que son otras construcciones también hechas por él. Llegamos a la Boquería, para los que nunca oyeron hablar de este lugar, se trata del mercado más grande de Cataluña, donde pueden encontrar todo tipo de productos frescos. Para los amantes de la gastronomía, es una visita obligada. Dimos una vuelta impregnándonos de distintos aromas, algunos familiares y otros nuevos. Formas y colores de todo tipo pasaron delante de nuestros ojos. Al cabo de unos 15 minutos volvimos a salir a La Rambla para continuar nuestra caminata. Sinceramente no sé que mapa estaríamos mirando, pero siempre pensábamos que faltaban 4 cuadras para llegar a la Casa Batlló, y resultaba que no llegábamos nunca. Así pasamos la plaza de Cataluña y para cuando quisimos acordarnos ya habíamos caminado más de 30 cuadras. Después de mucho buscar llegamos a La Pedrera, la cual solo admiramos la fachada porque salía como 20 euros entrar, lo mismo pasó con la Casa Batlló. Eran alrededor de las 5 de la tarde cuando paramos en una plazoleta a descansar levemente los pies, tomar agua y decidir nuestra próxima parada. Estabamos MUY cansadas, ya al borde de “alucinar”. Aun seguían los vestigios del jet lag, más el dolor de pies a causa de nuestras “chatitas” (zapatitos sin taco), pero era nuestra última oportunidad para ver lo mejor de Barcelona. Sacando fuerzas no sé de donde y sedientas de conocer más acerca del gran Gaudí, decidimos ir hasta el Parque Güell. Otra visita obligadísima. Este extraordinario Parque los dejará sin palabras, es de cuentos se los aseguro. Es uno de los mayores exponentes del modernismo catalán, diseñado por Gaudí en la plenitud de su etapa naturalista. Su creatividad volcada a la naturaleza, dio como resultado un parque completamente innovador, no solo por su riqueza ornamental y su calidad artística exquisita, sino también por las soluciones estructurales que sugirió el arquitecto. Construido entre 1900 y 1914, con una extensión de más de 17 hectáreas, este maravilloso lugar se encuentra elevado del resto de la ciudad, por lo que tendremos una vista sin igual y podremos pasar el día o la tarde, en nuestro caso, alejados del bullicio de la ciudad. Cabe destacar que en sus inicios esta era una zona totalmente deforestada, por lo que mandaron a plantar gran cantidad de vegetación eligiendo especies autóctonas. Hoy en día no hay espacio donde no se vea el verde. Con respecto al diseño de Gaudí, podrán observar sus formas onduladas y geométricas, cubiertas por pedazos de cerámicas y vidrios de colores. En la entrada principal hay dos “pabellones” utilizados para administración, que para mi parecen la casa de Hansel y Gretel. En el vestíbulo principal veremos la salamandra, ya considerado uno de los iconos del parque y de Barcelona. Esta son solo algunos detalles que resalto de este esplendido gran jardín, pero tendrán que verlo con sus propios ojos, no se van a arrepentir.

En el momento que fuimos nosotras no se pagaba. Hoy en día están cobrando 7€ de entrada general, habiendo descuentos para estudiantes y libre paso para menores de 7 años. Pueden obtener el ticket por internet donde también pueden encontrar otros beneficios. El ingreso al parque está limitado a 400 personas por día, por lo que les recomiendo que la saquen con anticipación.

Cerrando este gran paréntesis de información adicional, hacemos un flashback al momento donde decidimos visitar el Parque. Estabamos en la calle Passeig de Gràcia que fue donde tomamos el colectivo. La verdad es que no recuerdo cual exactamente, pero “cómo llegar” lo averiguamos en la entrada de La Pedrera. 25 minutos demoraba el bus en arribar a una de las entradas del parque. Juro que subí al colectivo y mi cabeza se fue a negro, sin importarme si llegaría o no, o tal vez confiaba por demás en el sentido de ubicación de Nati, quien me despertó cuando estábamos por bajar. Obviamente que no tenia un google maps en la cabeza, nos manejábamos con un mapa de la ciudad que nos habían regalado en el hostel, además de, en este caso, preguntar al chofer. Hablar el mismo idioma fue algo que aprovechamos mucho.

Minutos antes de las 18 hs. Comenzamos a subir la cuesta del parque. No entramos exactamente por la entrada principal, sino por una de sus laterales. Nuestra idea era utilizar el ticket de bus con el que llegamos, en el metro para no pagar el regreso (esto ya lo expliqué en el segundo post del diario de viaje: dentro de un lapso de tiempo se pueden combinar medios de transporte pagando un solo valor), pero obviamente no nos imaginamos lo que era el Parque Güell. Era impensado estar sólo una hora en ese lugar, hubiera sido un desperdicio.

Lo recorrimos de punta a punta, mientras el sol iba bajando lentamente y la altura en la que estábamos nos ofrecía un atardecer espectacular. Cuando salimos, esta vez si por la entrada principal, nos adentramos en unas tiendas de “recuerditos” (es asi como les decimos a todo aquello que tenga el nombre del lugar en el que estamos, como ser: Recuerdo de Barcelona), donde compramos cosas bellísimas de estilo Gaudiano. Me llamó la atención que pude pagar con tarjeta de crédito eligiendo que la compra me la realice en pesos argentinos, eso fue muy bueno.

Emprendimos nuestro regreso con los últimos rayos de sol. No se bien decir por qué calle íbamos, pero buscábamos cualquier estación de metro para luego hacer todas las combinaciones necesarias. No queríamos dar un paso más. Pero ojo! Que nuestro recorrido no terminaba ahí y aún nos quedaba un lugar más para visitar. Queríamos aunque sea ver de afuera el Estadio de Barcelona. Según el mapa, la estación más cercana quedaba a 6 cuadras del Camp Nou. Para todo esto eran cerca de las 8 de la noche. Caminamos hasta la entrada. El plan era… atención… tomar mate! Infaltable nuestra bebida argentina que aun no había mencionado, pero nos acompaño a cada lugar que íbamos. Por supuesto que no soñábamos con entrar al campo, pero con estar en las inmediaciones del club nos conformábamos. Y así fue, conseguimos quedarnos en un lugarcito donde se encuentran las puertas de ingreso al campo de juego, con el escudo del Barςa detrás y a un costado la gigantografía del equipo entero encabezado por Messi. Digamos que habremos estado 40 minutos, descansando, mateando y escuchando música desde el celular… ¡las chicas cómo en casa!, cuando un guardia se nos acercó para decirnos que el Club estaba cerrando sus puertas. Levantamos campamento de inmediato y nos dirigimos a la salida que era para allá… no, para allá… no… ay nos perdimos… dios!! Ya no quería caminar más y encima nos perdíamos, lo que nos hizo caminar el doble hasta hallar la salida. Desde allí hasta el hostel eran como 20 cuadras, las cuales empezamos a andar y, de paso, buscar algún lugarcito para cenar. Por seguridad agarramos siempre por avenidas, hasta que llegamos a Passeig de Sant Antoni. Esta calle ofrece gran cantidad de oferta gastronómica, sobre todo si quieren comer comidas típicas españolas. Hay como una especie de plazoleta donde cada restaurante pone sus mesitas y se puede cenar al aire libre. Queríamos comer pescado, asique miramos un par de menús y paramos en el que nos pareció más económico. Pedí filet de merluza con papas y Nati otro pescado “autóctono” del cual no recuerdo el nombre, con puré. ¿Para tomar? Cerveza por supuesto. Gastamos alrededor de 20 euros total. Con la panza llena y luego de caminar 10 cuadras más, llegamos al hostel donde nos bañamos y nos fuimos a dormir. Al día siguiente partiríamos muy temprano, y cuando digo muy temprano digo las 5:30 am., hacia Francia.

Nos vemos en el tren!!

Bon voyage!!!

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Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Laura

    Espectacular y completito. Gracias

    1. vbernardez

      Muchas gracias!!!

  2. Claude

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