El departamento estaba lo suficientemente equipado como para prepararnos un buen desayuno, además que teníamos bastantes galletitas y provisiones que habían quedado del viaje en avión del día anterior.
Miré por la ventana mientras se calentaba el agua para el café. Un camión descargaba materiales de construcción frente a un edificio que estaba por la mitad. Algunos transeúntes caminaban sin prisa en dirección al centro y sabía esto, no porque conociera demasiado la ciudad, sino porque estábamos ubicados en una especie de península. Desde el noveno piso se veían pequeños, así y todo me fijé en su vestimenta. No me parecieron lo suficientemente abrigados, tal vez estuvieran acostumbrados al frío que helaba hasta los huesos, pensé. Alcé la vista hacia el cielo que estaba totalmente cubierto y deseé con todas mis fuerzas que no lloviera, había mucho por hacer aquel segundo día en Bergen.
Luego de desayunar y despabilarnos, nos vestimos adecuadamente para la ocasión y salimos con mapa en mano pero sin rumbo fijo.
El congelamiento exterior era soportable. Mi temperatura facial afirmaba que el aire estaba casi por encima de los 0 grados, aunque no pude comprobarlo.
Caminábamos bordeando el fiordo y a nuestra izquierda podíamos ver las embarcaciones ancladas en el
puerto. Nos acercamos a la orilla, la cual no tenía ningún tipo de protección. El agua, que de lejos se veía de un azul marino oscuro, resultó ser totalmente transparente. Había una asombrosa visibilidad de aproximadamente un metro hacia el fondo. Frente nuestro, atravesando el fiordo, se divisaba el Bryggen, la postal más famosa de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Estas construcciones de madera en forma de casas altas y con techos a dos aguas, solía ser el barrio de los comerciantes. Es curioso saber, aunque vamos a dejar esta información para más adelante, que este sector fue foco de varios incendios a lo largo de su historia. Sin embargo, fue reconstruido una y otra vez formando lo que vemos hoy en día: este grupo de casitas tan pintorescas que otorgan a Bergen un encanto sinigual.
Continuamos la marcha bordeando el puerto. Pasamos por el
Fisketorget que, como les conté en el
post anterior, en invierno sólo se trata de un grupo de pescaderías, muy diferente a lo que sucede en la primavera y el verano.
Doblamos a la izquierda en dirección al Bryggen y quedamos impactados por un curioso edificio que data de fines del 1800. El
Kjøttbasaren, que hoy en día es una especie de “patio de comidas”, acostumbraba ser el “bazar de la carne”.
Las veredas del Bryggen eran amplias y adoquinadas. Las casas, hoy convertidas en tiendas de ropa, recuerdos y gastronomía, estaban abriendo sus puertas.
Corría una brisa tenue, que iba empujando las nubes y abriendo surcos celestes sobre nuestras cabezas. No podía creerlo. En la ciudad más lluviosa del mundo, el sol era inminente.
Cuando termino la zona del Bryggen, que son aproximadamente unos 600 metros, aparecieron macizos e imponentes los muros de la Fortaleza. Pero este lugar de alto voltaje histórico también vamos a dejarlo para más adelante. Perdón! estoy contando los sucesos tal cual ocurrieron cronológicamente.
Es así como nos llevo a una de las vistas más impactantes de la ciudad. No es muy famosa a decir verdad, es más, la “descubrimos” por mera casualidad; por ir sin rumbo, metiéndonos en los caminitos que veiamos al paso.
La angosta y empinada escalera estaba resbaladiza por el aguanieve que aun cubría los escalones de cemento. Me agarré de la baranda por miedo a caerme, debido a mis malas experiencias en el hielo. El camino se volvió barroso y las hojas otoñales teñían el césped de marrón y amarillo. La pendiente se volvía cada vez más alta. Los árboles desnudos bordeaban toda la ladera acorralados por un alambrado, probablemente puesto por seguridad. Un muchacho apareció por detrás nuestro. Iba paseando a su perro y nos pasó sin prestarnos atención. Era un hecho el que este despejado y los rayos del sol entibiaban nuestras camperas proporcionándonos una confortable sensación. Nos detuvimos unos minutos frente a un puente peatonal que circundaba este monte rocoso. Desde allí se veía la parte oculta detrás del fiordo, la otra orilla, y nos dimos cuenta que Bergen era más grande de lo que imaginábamos (aunque todavía no sabíamos cuanto!). El paisaje era extremadamente pintoresco. La agrupación de techos de tejas anaranjadas propios de las casas de madera pintadas de blanco, a penas dejaban entrever las estrechas callecitas. Más atrás las montañas, donde se veía el resplandor de la nieve y otras casas colgadas de las alturas. Esta escena urbana era contrastado por el mar y sus embarcaciones, grandes y pequeñas, que iban y venían dándole movimiento a esta apacible ciudad. Un fuerte graznido me sobresaltó y fue ineludible alzar la vista en esa dirección para saber cual era el ave que lo había vociferado. Un enorme cuervo negro volvió a gruñir mientras se posaba en un rama. Según la mitología nórdica, la figura del cuervo simboliza a Odín, el Dios de la sabiduría, la guerra y la muerte, siendo así el más importante.
Cruzamos el punte y seguimos ascendiendo, cuando de pronto encontramos un gran letrero que anunciaba dónde estábamos realmente. Este hermoso parque con vistas era parte del
Bergenhus Festning, La fortaleza de Bergen, una de las más antiguas y mejor conservadas de todo Noruega
. Bajo nuestros pies reaparecieron los adoquines que nos condujeron a una gran puerta en forma de arcada, la cual estaba abierta. Sin dudarlo la atravesamos y el camino volvió a subir hasta llegar a una zona parquizada completamente despejada.
La vista desde allí era increíble. Se podía observar la fortaleza entera, que minutos después accederíamos. Nos quedamos ahí un rato; el suficiente para sacar fotos y examinar en detalle cada rincón.
El descenso fue más rápido y por otro camino. El mismo nos sacó a una calle detrás de la fortaleza, pero gracias al mapa que llevábamos enseguida retomamos. El próximo destino era el Museo.
IGLESIA DE SANTA MARIA – MARIAKIRKEN
En Bergen todo parece quedar a pocos metros, uno siempre está cerca de una nueva atracción o lugar para descubrir. Por eso, antes de entrar al museo, caminamos unas pocas cuadras hasta la Iglesia de Santa María. Contruida en el siglo XII es una obra digna de la época romántica medieval. Como la mayoría de los edificios de esta ciudad, también sufrió un incendio y tuvo remodelaciones hechas en estilo gótico. En el exterior pudimos observar unas cuantas tumbas, con grandes crucifijos clavados en la tierra. En ese momento estaba cerrada, asi que nos quedamos con ganas de ver el interior de esta iglesia, una de las más antigua de la localidad.
MUSEO DE LA FORTALEZA BERGENHUS
Un timbre musical sonó apenas atravesamos la puerta de entrada. El hall de recibimiento era pequeño, con
una escalera de cemento en el medio que subía tres pisos. Se escuchaba un suave murmullo que provenía de una de las habitaciones de la planta baja. Nos quedamos ahí parados unos segundos hasta que apareció una señora de tez pálida, rubia y de ojos celestes, como era de esperar de cualquier noruego. Muy amablemente nos preguntó de donde éramos y nos contó, en inglés, que es lo que veríamos en este museo. Mientras prestaba demasiada atención a cada una de sus palabras, intentando entender lo máximo posible pero sin intención de establecer una charla, ya que tampoco podría, sentía como mis manos se iban descongelando y mi cuerpo entraba en calor. La mujer nos recomendó que antes de irnos, pasáramos por la habitación de la planta baja, de donde ella había salido. Allí podríamos servirnos café, té o alguna bebida de manera gratuita. CAFE GRATIS, dos palabras con una combinación perfecta.
Subimos al primer piso, el cual estaba dividido en dos partes. Por un lado, la exposición dedicada a mostrar el papel que desempeñaron las mujeres dentro de las Fuerzas Armadas a lo largo de la historia Noruega.
En el segundo piso se encuentra la exposición, a mi
parecer, más interesante e importante del museo. Aquí conoceremos la historia del Movimiento de la Resistencia en Bergen y sus alrededores, durante la Segunda Guerra Mundial. Lo más impactante es interiorizarnos y conocer que Noruega tuvo, en ese entonces, un partido Nazi. Por eso también fue más sencilla la ocupación alemana en el territorio. Sin embargo, el Movimiento de la Resistencia se volvió cada vez más fuerte hasta que venció y produjo la liberación. Más allá de la tremenda historia que podremos leer en inglés, lo más impresionante es ver las fotografías, las armar, los equipos de espionaje, banderas originales nazis, material para el sabotaje y hasta dos máquinas “Enigma”, que eran utilizadas para cifrar y descifrar mensajes.
Otro sector de este piso, esta dedicado a la Prensa clandestina en Bergen, mostrando recortes y facsímiles de la Segunda Guerra Mundial tanto del país como del extranjero.
Por último el tercer piso exhibe una muestra que recorre la historia de la Fortaleza de Bergen desde sus comienzos como resistencia del rey Øystein hasta la actualidad. A través de maquetas veremos la transformación de esta Fortaleza de Bergenhus. La exposición también analiza varias batallas y la gran explosión en el muelle en el año 1944 y que afectó gravemente al Salón de Håkon y la Torre Rosenkrantz, los cuales fueron reconstruidos.
Otro sector de esta planta muestra los labores del Grupo de la Brigada Independiente de Noruega en Alemania entre 1947 y 1953.
Nuevamente nos encontrábamos en la planta baja sin olvidar la recomendación de la anfitriona. El café fue totalmente reconfortante. Nos sentamos en una de las mesas y sillas que estaban establecidas como si fuera una verdadera cafetería. Estabamos solos, completamente en silencio. De vez en cuando se oia un cuchicheo en otro idioma, pero era tan lejano que no se podía descifrar cuál era.
TORRE ROSENKRANTZ Y
EL SALÓN DE HÅKON (Hakonshallen)
Volvimos al frío invierno de Bergen. El cielo se había cubierto nuevamente por un blanco uniforme. Bajamos en dirección a la costa, esta vez para ingresar al Salón de Hakon. Por desgracia en esa época la Torre Rosenkrantz solamente abre los domingos, asi que no tendríamos la oportunidad de conocerla. Ambos lugares también forman parte de la fortaleza Bergenhus.
Pero hablemos del Håkon Hall que sí pudimos ingresar. Este salón fue construido por el rey Håkon
Håkonsson en 1247 y mientras que Bergen era procalamada la capital del país, este lugar fue el edificio más grande e importante de la zona. Semejante estructura era la residencia real y salón de banquetes. Hoy en día se sigue utilizando para cenas reales y otro tipo de reuniones importantes. Una curiosidad sobre este gran salón es que en 1944 luego de la explosión de un barco de municiones alemán en el puerto, el techo fue destruido completamente y lo que vemos es su reconstrucción. En la entrada del Haakon’s Hall podremos ver una maqueta donde muestran el antes y despues del incendio y tambien, protegida con vidrio, lo que quedó de la puerta original.
La gran sala de fiestas era inmenso. Las paredes de piedra, y el piso y techo de madera, hacían que nuestros pasos retumben en todo el lugar. La luz proveniente del exterior formaba halos blanquecinos a través de los siete ventanales de arco ojival, dejando casi anulada la intensidad de las arañas que colgaban ordenadamente de los tirantes del techo. En el fondo del salón se alojaba trono del rey, constituido por una larga mesa de madera cubierta por un tapiz de Synnoøve Aurdal adornando el frente. Sobre la reposan dos candelabros muy curiosos en forma de barcos vikingos.
En ese momento éramos los únicos visitantes, por lo que pudimos sacar fotos y estar el tiempo que quisimos.
En el extremo contrario al trono, un enorme tapiz colgaba cubriendo gran parte de la pared. El tapiz de Sigrun Berg “Primstaven” representa un antiguo calendario medieval. Una pequeña abertura a la derecha de este, nos llamó la atención. Lúgubres escaleras de piedra con escasa iluminación descendían hacia la planta baja justo debajo de aquel hermoso piso de madera. Pequeñas sillas rodeaban centenares de mesas alargadas que se encontraban dispuestas en todo este subsuelo. Las columnas en arcada y techos abovedados hechos de piedra, me hicieron sentir en un escenario propio de “El Señor de los Anillos”.
MUSEO BRYGGEN
Eran las 14:15 cuando salimos del Salón de Håkon. Algunos rayos de sol se colaban entre las nubes oscuras que anunciaban tormenta. Sinceramente nunca vi un clima parecido, fue, lo que se dice inestable de verdad todo el tiempo. Miré el mapa. Sabía que varios museos cerraban entre las 15 y las 16, y mi idea era ver por lo menos uno más. El más cercano, y de mi interés, era el museo del Bryggen. Caminamos esas tres cuadras con el viento de frente pegándonos en la cara.
Al ingresar al museo, enseñamos la Bergen Card para obtener el pase free. La empleada nos advirtió que a las 15 en punto cerrarían sus puertas. El museo Bryggen es pequeño, y no se tarda más de una hora en recorrerlo, asi que teníamos tiempo suficiente como para “echar un vistazo”.
Caminamos por una rampa hasta el primer nivel. Dimos una pequeña vuela en U y nos topamos con lo que quedó de las casas de los comercianes luego de los incendios que sufrió el antiguo Bryggen. Estos restos fueron encontrados mediante a excavaciones arqueológicas en el viejo muelle, y dicho museo fue construido sobre éstas con el fin de preservar parte de la historia medieval de la ciudad. Cabe destacar que los más antiguos son del siglo XII. Además de estas casas, también fueron hallados objetos, utensillos, ropas, y hasta antiguas embarcaciones, que son expuestas en el mismo lugar. Todo este conjunto de cosas nos proporcionaba un panorama de cómo era la vida por aquel entonces.
Como buenos visitantes, abandonamos el museo Bryggen minutos antes de las 15. Moríamos de hambre y como ya conté en otro de los post, Noruega no es nada barato para comer afuera. Entramos a un supermercado que teníamos casi enfrente. Después de recorrer góndolas y góndolas buscando alimentos que se ajusten a nuestro bolsillo, nos decidimos por dos panes cuadrados con puntas redondeadas, como si fueran figazas, las cuales estaban gratinadas con queso. Tenían mucha “pinta” la verdad. Cada pan salía 12
NOK, un dólar y medio aproximadamente. Compramos jamón y queso también. El queso es caro, MUY caro (24 NOK los 150 gr.); y el jamón, encontramos una “oferta” de los 120 gr. 15 NOK. Eso sería nuestra “amuerzerienda”.
Ah! algo importante: todo, por más minimo importe que sea, puede pagarse con tarjeta de crédito. Sacamos coronas una sola vez en todo el viaje (12 dias) y fue porque me compré un tapadito vintage en una feria americana.
Cuando salimos del supermercado lloviznaba con ganas, ahora el problema era dónde íbamos a armar nuestros deliciosos sandwiches. Nos metimos por los pasillitos de madera del Bryggen buscando algún banco, seco en lo posible. Las paredes eran altas y los aleros nos protegían bastante. En estas especie de galerías tambien hay negocios y algunas otras tiendas, como por ejemplo locales de arte. Por suerte encontramos un banco al que la lluvia
no había alcanzado y nos dispusimos a montar nuestro tentempié. Comimos hambrientos; en menos de 10 minutos ya habíamos terminado.
Al salir de allí la lluvia ya había parado y más sorprendente aún fue ver que nuevamente el sol nos regalaba algunos rayos ideales para el frío que sentía.
Subimos por una calle, y cuando digo subimos es porque era tan empinada que me daba miedo a resbalar y salir rodando. Caminamos 3 cuadras, desde allí la vista de Bergen ya había cambiado. Las calles adoquinadas estaban húmedas y resplandecían con la luz del sol como si estuvieran barnizadas. Está demás decir que las casitas de madera con sus techos a dos aguas y puertas de colores es algo que me fascinaba. Ver aquellos adornos en las
repisas de las ventanas, las madres preparando la cena en las cocinas, en fin… creo que esto ya lo conté. Por momentos el camino se volvía tan estecho que me daba la sensación que por allí no pasaban autos. Nos perdimos por estas callecitas laberínticas e irregulares hasta un punto bastante alto desde donde obtenía una panorámica preciosa de la ciudad.
Al bajar nos dirigimos hacia la Catedral de Bergen. Pero cuidado! no se confundan como lo hicimos nosotros. En el camino nos topamos con Korskirken, una parroquia construida en el año 1150.
Continuamos unos 300 metros más y apareció ante nosotros la Catedral, otro edificio de época medieval. Lo sorprendente fue que estaba en remodelación y para no perder su encanto, estaba cubierta por un lienzo pintado con la fachada de la iglesia original.
Seguimos camino, mientras descubriamos murales de artístas desconocidos en algunas paredes de la ciudad. Eran realmente obras de arte.
La estación de trenes de Bergen se hizo presente y no pudimos dejar de entrar a ella. Por fuera parecia un edificio antiguo, haciendo juego con toda la ciudad, pero por dentro era totalmente moderna y un poco desilusionante.
Eran cerca de las cinco de la tarde y el sol ya empezaba a esconderse, más allá de las pomposas nubes. Por fin llegamos al “Lille Lungegårdsvann”, un inmenso lago octogonal y parquizado en el corazón de la ciudad. Rodeando este lago se encuentran los edificios culturales más importantes como los Museos KODE, que son cuatro edificios dedicados al Arte donde se exponen diferentes colecciones. También el Centro de Arte Contemporaneo, el Grieghallen (Centro de cultura y congreso) y la Biblioteca Pública. Prometí para mis adentros regresar al día siguiente para entrar a alguno. Ah! ¿ven ese edificio que nada tiene que ver con lo hermoso del paisaje?¿Ese gran bodoque gris en medio de una ciudad tan colorida? Eso que desencaja totalmente, es ¡el Ayuntamiento!
Seguimos cuesta arriba por
Olav Kyrres Gate hasta la zona universitaria. Chocamos contra el Museo de
la Universidad, que también ya había cerrado. Algo a tener en cuenta es que en invierno todo cierra muy temprano.
La intención era regresar al departamento, pero fuimos por el camino más largo para poder recorrer todo lo que podamos. Es así como pasamos por delante de la Iglesia de San Juan (Johanneskirken) con su arquitectura neogótica del siglo XIX, siendo el edificio más alto de Bergen. Por supuesto ya estaba cerrada (L-V 10-16 hs.), por lo cual no pudimos ingresar, pero es posible subir hasta lo alto donde tendrán una vista increíble de la ciudad pero desde otro ángulo.
Continuamos la travesía, no sin antes pasar por un REMA 1000 para comprar la cena. El barrio de la universidad es realmente precioso, para recorrerlo sin mapa y perderse, parece de cuentos. Subir y bajar por esas callecitas, donde casi no hay gente, ni ruidos, además de ser todo tan pintoresco que te dan ganas de quedarte a vivir. De pronto desembocamos nuevamente en el mar, pero estábamos del otro lado de la península donde estaba nuestro “hogar”. Lo bordeamos por completo mientras en el horizonte se veía el cielo de un rosa intenso que dejaba en penumbra el contorno de los montes y los puentes que unían los archipiélagos. Repentinamente comenzó a nevar, sí, así como lo leen. No podíamos creerlo.
Primero era un aguanieve que pronto se convirtió en pequeños copos. Duró poco, pero lo suficiente como para que resguarde la cámara de fotos. El camino se volvió boscoso y sin darnos cuenta habíamos
llegado a la punta de la península. Estábamos dentro de un parque enorme, la gente iba y venía haciendo deporte o paseando a sus mascotas entre los frondosos árboles. Bajamos a un muellecito para observar el puerto desde allí. Las luces de Bergen comenzaban a encenderse como si fueran miles de luciérnagas entre la niebla (o quizás era la nube que estaba demasiado baja). Cómo si fuera poco, empezó a GRANIZAR!. Mientras corríamos hacia los árboles nuevamente, mis ojos se posaron en un hombre que estaba sentado en un banco del muelle. Miraba fijamente el horizonte y ni se inmutó ante las pequeñas piedras de hielo que caían sobre su cabeza como una balacera. Nosotros huíamos, él se quedó allí. No pude imaginarme que pasaría por su mente, pero me provocó cierta melancolía.
Tomamos Strandgaten en dirección al departamento mientras nos mojaba una leve llovizna. Cuando mis zapatos volvieron a tocar el asfalto sentí que los pies me dolían. Bastante lógico, ya que eran cerca de las 7 de la tarde y no habíamos parado un segundo.
Cuando llegamos me desplomé en la cama, me dolía todo el cuerpo, pero estaba feliz de la elección que había tomado al poner a Bergen en mi itinerario de viaje. Y lo mejor era que todavía nos quedaba un día más!.
Espero que les haya gustado este relato. Se agradece comentar y compartir!
MÁS DATOS
TORRE ROSENKRANTZ
Horario
- 1 Enero 2017 – 14 Mayo 2017
Domingo de 12:00 – 15:00
- 15 Mayo 2017 – 15 Septiembre 2017
Lunes – Domingo 09:00 – 16:00
- 16 Septiembre 2017 – 21 Diciembre 2017
Domingo 12:00 – 15:00
Cerrado 9 – 17 Abril, 1 y 17 Mayo, 21 Diciembre – 1 Enero.
Precio de la entrada
Chicos menores de 16 años: gratis
Adultos: NOK 80.
Más información
SALON DE HÅKON
Horario
2 Enero 2017 – 14 Mayo 2017
Lunes – Domingo 12:00 – 15:00
15 Mayo 2017 – 15 Septiembre 2017
Lunes – Domingo 10:00 – 16:00
16 Septiembre 2017 – 31 Diciembre 2017
Lunes – Domingo 12:00 – 15:00
El salón estará cerrado
9 -17 Abril, 1 Mayo, 17 Mayo, 24 Mayo – 8 Junio, desde 22 Diciembre al 26 Diciembre, 31 Diciembre y 1 Enero 2018.
Precio de la entrada
Chicos de menos de 16 años: gratis
Adultos NOK 80
Estudiantes NOK 40.
MUSEO BRYGGEN
Los horarios de apertura
1 Septiembre 2016 a 14 Mayo 2017
Lunes – Viernes 11:00 – 15:00 / Sábado – Domingo 12:00 – 16:00
15 Mayo 2017 a 31 Agosto 2017
Lunes – Domingo 10:00 – 16:00
1 Septiembre 2017 hasta 31 Diciembre 2017
Lunes Viernes 11:00 – 15:00 / Sábado – Domingo 12:00 – 16:00
Cerrado 14 – 16 de abril, 1, 17 de Mayo, 23 – 26 de Diciembre de 2017 y 1 de Enero 2018.
Precios
Tarifa de entradas
Los niños menores de 16 años: Gratis
Adultos 80 NOK
Estudiante 40 NOK
GALERIA DE FOTOS
Hermoso todo!!! Cual te parece la mejor epoca para recorrer Noruega?? Es suficiente con un ingles medio o es necesario hablar muy bien? Te sigo!! Gracias.
Hola Sandra! gracias por tu comentario 😀
La mejor época para conocer Noruega depende de qué parte quieras conocer y qué exactamente. Cada época tiene su encanto. Si vas en primavera/verano podes hace un montón de excursiones a los fiordos y conocer lugares como Trolltunga, el Pulpito, Sognefjord (El fiordo de los sueños), la roca Kjerag, hay miles de lugares que son para conocer más facilmente en esa época. Si vas al norte tenés el sol de media noche, donde, como su nombre lo dice, todavía es de día a las 00 hs.
Pero en invierno podes ver las increibles auroras boreales (a eso fui yo a Noruega 🙂 ), siempre hablando del norte el país. Para poder verlas tiene que ser arriba del Círculo Polar Ártico.
Y si vas en invierno al sur de Noruega, como verás también tenes un montón de lugares para disfrutar. El próximo post va a ser sobre una excursión que hice arriba de un ferry por uno de los fiordos en Bergen 🙂 estate atenta.
Con respecto al inglés, yo hablo muy básico, con entender algo no tenés ningún inconveniente.
Si necesitas alguna info en particular mandame mensaje por face ! 😀
Saludos!!