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Síndrome de Stendhal en Florencia – Diario de viaje 7

  • Categoría de la entrada:EUROPA

Esta historia es parte de mi primer viaje por Europa. Si quieren leer la primera parte del Diario de viajes pueden hacer click aqui, la segunda aqui, la tercera aqui, la cuarta aqui, la quinta aqui , la sexta aqui  y si no seguir en este post leyendo sobre Florencia 😉

 

10 de Octubre de 2013

El despertador de mi celular comenzó a sonar con esa melodía tan tranquila que tiende más a dormirte que a despertarte (debería cambiarla). Abrí los ojos y miré a Nati. El pelo rubio enmarañado le tapaba toda la cara mientras seguía durmiendo sobre su mochila. Me incorporé sobre el asiento de la sala de espera de la estación Plaza Principe de Génova, Italia. Los huesos de la espalda me sonaron y sentí un dolor que me recorrió toda la columna vertebral. No era nada sorprendente, ya que a cualquiera le hubiera pasado lo mismo si hubiera estado más de una hora en una posición no apta para dormir. Posé la vista el el gran reloj que colgaba sobre la pared. Eran las cinco menos veinticinco de la tarde, aún faltaban 15 minutos para que parta nuestro tren hacia Firenze (ups! ya se me pega el italiano). Desperté a mi amiga, como era de costumbre. Ella remoloneó un minuto más en su asiento y luego se enderezó. Nos colgamos las mochilas y salimos hacia donde estaban las plataformas de los trenes. La estación era realmente grande. Seguimos los carteles hasta encontrar la número 20, que es desde donde saldría nuestro tren. Acomodamos nuestros bártulos sobre uno de los bancos y nos sentamos a esperar que se hiciera la hora. Estaba bastante fresco, más que nada el viento que corría.

El tren llegó puntual, dos minutos antes de las 16:52 hs. que era el horario previsto de partida. Agarramos las mochilas grandes, las chicas, mi trípode. Buscamos el vagón indicado en nuestra reserva y saltamos al interior del tren de un empujón, antes que nos caigamos hacia atrás debido al gran peso e la espalda. Guardamos el equipaje en los maleteros y sólo nos quedamos con las bolsas de mano. Creo que en ese momento, mientras recorría el pasillo tratando de encontrar mi asiento, en lo único que pensaba era en la inminente siesta en la cómoda butaca. Nos sentamos ambas del lado de la ventana en asientos enfrentados. De pronto un pensamiento atravesó mi mente como un rayo.
– ¿Vos agarraste la bolsa con la focaccia? – le pregunté a mi amiga recordando la bolsita con la deliciosa focaccia que habíamos comprado hacia solo unas horas.
– No… – me dijo. Al mismo tiempo las dos miramos por la ventana mientras el tren comenzaba a moverse lentamente. Desde vimos pasar los bancos donde habíamos estado sentadas. Ahí estaba nuestro paquete. Pegamos las manos, y casi que hasta la cara, contra el vidrio, como quien deja atrás a un familiar querido. Nos miramos desilusionadas en silencio aunque pronto se nos escapó una risita que luego se transformó en carcajada.

Las vías del tren bordeaban el Mar Mediterráneo y atravesaba sus pueblos costeros de los cuales mentiría si dijera que los recuerdo, ya que dormí la mayor parte del viaje. El horario estimado de llegada a Florencia era a las 20 hs., pero nuestro tren hacía una escala en Pisa, con transbordo.
A las 19:10 hs. arribamos a la ciudad de la torre inclinada y esperamos 15 minutos para partir nuevamente. La oscuridad de la noche era total y el ambiente estaba cargado de humedad. El cielo estaba cubierto de nubarrones que advertían la tormenta.
Cuando llegamos a la estación de trenes Florencia S.M.N. una fina llovizna caía sobre nosotras. Encapuchadas comenzamos a caminar, luego de chequear el mapa en la tablet y con la dirección del hostel en mano, las 10 cuadras que nos separaban del lugar de hospedaje. Creo que esto ya lo dije en algún post de este diario de viajes: cuando uno planea el recorrido de su aventura y ve que son 10 cuadras de caminata piensa: “Ah, no es nada caminar 10 cuadras…”. Pero cuando uno tiene la mochilota a cuestas, después de haber andado todo el día, desearía haber contratado un hostel a una cuadra de la estación de tren o contar con el dinero suficiente como para tomar un taxi.
Caminamos y caminamos, siempre por la misma calle en vía recta. Si bien sabíamos que estábamos bien ubicadas porque el hostel quedaba justamente sobre la calle por la que íbamos (según el mapa), no coincidía con el nombre de la calle que figuraba en la dirección del hostel. No estábamos contando la cantidad de cuadras caminadas pero nuestros pies nos decían que si ya no habíamos andado las 10, estábamos cerca. Aún no hallábamos el hostel, ni la calle, y empezabamos a pensar que no existía o en algo nos habíamos equivocado. Encontramos una plaza donde nos sentamos un momento a tomar aire y a ver el mapa y la dirección nuevamente. La plaza no estaba demasiado iluminada. Las calles estaban bastante activas. La gente paseaba de un lado a otro. De repente capté una conversación de una pareja que pasaba frente a nosotras. Entendía a la perfección lo que decían y era lógico, eran argentinos. Cuando uno está de viaje en el exterior, es increíble como el oído capta enseguida nuestro tono tan familiar. En seguida nos paramos y los atajamos antes que se alejen demasiado. Les preguntamos por el nombre del hostel con la esperanza de que lo hayan visto: Plus Florencia. Las casualidades de la vida! paraban en ese mismo. Nos dijeron que estaba a dos cuadras de allí, siguiendo en línea recta como veníamos haciendo. – Pero ¿cómo? esta mal la dirección entonces – dije. Resulta ser que a la altura de la plaza en la que nos encontrábamos la calle cambiaba de nombre… ¿y ahora me lo venís a decir?. Saber que estábamos tan cerca fue como un shot de energía para nuestro corazón y nos pusimos nuevamente en marcha. Efectivamente el hostel se encontraba a dos cuadras. Animadas entramos a la recepción. Una multitud de gente joven estaba desparramada por todos lados. La recepción era bastante grande. Detrás del largo mostrador varios encargados atendían a los visitantes. Nos acercamos a una señorita que estaba libre en ese momento y le entregué el papel impreso del voucher de reserva. Todo iba bien hasta que nos dijo que teníamos que pagar, y ahí vino la confusión. No sé por qué en nuestro excel de hostels (donde teníamos toda la información de cada lugar de alojamiento, precio, horarios, fechas, totales, etc.) decía que ya estaba paga la estancia. Discutir en otro idioma sin dominarlo del todo,  y con eso me refiero al inglés, no se lo recomiendo a nadie. Le explicamos a la recepcionista que lo teníamos pago, que viajamos a Europa con todos los hostels ya pagos (salvo los que aceptaban sólo efectivo). Se lo peleamos a muerte. Hasta nos prestó una computadora para fijarnos en nuestro resumen de la tarjeta que… bueno… al final tenían razón. No estaba pago. Reservamos por Booking y no se habían cobrado ningún tipo de cargo. Para cuando llegamos a esta conclusión y, con algo de pudor, volvimos a acercarnos a la recepción ya habíamos perdido como media hora. Terminaron de hacernos el check in y nos dijeron que no tenían la habitación que reservamos (mixta de 6 camas). Nos darían una mixta de 4 camas donde, de momento, estaríamos las dos solas… ahh! y algo más! ¡con baño privado! fue como sacarnos la lotería.
El hostel era realmente enorme. Para llegar a nuestra habitación atravesamos un largo pasillo, luego un patio descubierto hasta llegar a otro edificio. Allí tomamos el ascensor hasta el tercer piso. Al fondo del pasillo, una de las tantas puertas violetas era la de nuestro cuarto. Adentro había una cama marinera y dos camas más, por supuesto que agarramos esas. Yo elegí la que estaba debajo de la ventana que daba a la calle. El colchón era extremadamente cómodo. Observé en la habitación una pulcritud excelente. No podíamos pedir más por ese día. Acomodamos el equipaje, nos dimos una ducha y nos vestimos para ir a comer algo. Afuera llovía torrencialmente, así que ni se nos ocurrió salir a la calle. Por suerte el hostel tenía un restaurante en el subsuelo donde ofrecían algunos platos.
Una larga mesa cruzaba el salón del restaurante de lado a lado perpendicular al mostrador donde tomaban las órdenes. En la otra punta de la sala, una puerta conducía a una especie de Disco. Estaba abierta y se podían ver los preparativos de la fiesta que comenzaría en algunas horas. Nos acercamos a la barra y miramos el menú. No era muy barato a decir verdad. Pedimos una pizza margarita, que era del tamaño de un plato, y dos porrones de cerveza. Si mal no recuerdo gastamos algo de 12 euros total. Luego de la cena, nos retiramos nuevamente hacia la habitación para tirarnos a ver la tele y dormir hasta la mañana siguiente.

11 de Octubre – 3:25 am.

Debido al cansancio mi sueño era totalmente profundo cuando, en medio de la oscuridad, la puerta de la habitación se abrió. Un halo de luz intensa que provenía del exterior entro como una lanza haciendo que me despierte sobresaltada. Nati también se había despertado y miraba en la misma dirección que yo. En el umbral de la puerta dos siluetas se recortaban en contraste con el resplandor. Aterrada contuve un grito justo cuando la puerta volvió a cerrarse. Al instante me dormí, no sabiendo bien si había sido un sueño o una visita alienígena real. Amanecimos alrededor de las 7 am. Al abrir los ojos descubrí que sobre las camas marineras había dos bultos. ¡Los aliens!… Bueno resultó que después de todo mucha cara de extraterrestres no tenían. Era una pareja de australianos, un chico y una chica. Ellos seguían durmiendo sin preocupaciones, total, menudo susto nos habíamos llevado nosotras. Con el termo y el mate en mano bajamos al subsuelo. El desayuno no estaba incluido y no pensábamos gastar 6 euros cada una en el. Mateamos un rato mientras mirábamos el mapa y decidíamos el recorrido que haríamos.

Salimos hacia una nueva aventura en Florencia. Contábamos con ese día solamente para ver todo. Lo primero que haríamos era visitar la Galería de la Academia, no íbamos a irnos de esa ciudad sin ver el David de Miguel Angel. Habíamos leído que para sacar las entradas lo mejor era presentarse bien temprano, una hora antes de la apertura del museo. Quedaba mas o menos a 7 cuadras de nuestro hostel. El dia estaba radiante, el sol comenzaba a ascender en el cielo límpido y secar los charcos en las calles de la noche anterior. En el camino encontramos una panaderia donde irremediablemente tuvimos que hacer una parada. Compramos unas facturas,un euro cada una. Con eso tiraríamos hasta el mediodia. Está de más decir que aun seguiamos con el mate en mano. Llegamos a la Galeria y en la entrada ya habia una cola de unas 15 personas. Nos pusimos al final y esperamos unos 15 minutos. Para cuando abrió sus puertas, la fila daba vuelta media manzana.

Para quien ama el arte esta es una visita obligatoria. Por supuesto que la obra principal es el David de Miguel Angel, lo cual es algo extraordinario, pero también encontraran otras esculturas, pinturas medievales, renacentistas, en fin. Lo primero que vimos entrando al museo fue un enorme cartel que indicaba que no se podían sacar fotos ni filmar. ¿Cómo podría irme de Florencia sin una imagen de la obra más famosa del genio de Michelangelo?, no me quedaría tranquila con mi vida realmente. Y si de cosas ilegales (de ese tipo!!) se trata, estaba mandada a hacer. Como si fuera una cámara oculta en el lugar más peligroso del mundo, oculté la Gopro entre la ropa que llevaba en la mano. Por otra parte me acerqué y me alejé del David para hacerle tomas con el celular desde diferentes ángulos. La adrenalina corría por el cuerpo cada vez que veíamos algún guardia de seguridad. Recorrimos las demás salas, algunas repletas de esculturas y bustos en mármol verdaderamente impresionantes.

Al cabo de una hora y media o dos habíamos visto todo. Salimos de allí y nos dirigimos hacia el Duomo de Florencia.

Aún emocionada por lo que acababan de ver mis ojos, esa magnífica escultura de una precisión extraordinaria, me detuve en una diminuta tienda de recuerdos donde divisé un pequeño David de yeso en formato de imán. – Perfecto para mi colección – pensé. A Nati también le encantó, por lo que llevaríamos dos del mismo, más algún otro ya que la oferta era 3 por 10 €. Ahora un consejo: cuando quieran algo que está pegado a un exhibidor, como un imán, o no sé, algo que sea rompible, siempre, SIEMPRE, pidan al personal que los ayuden. No traten de sacarlo por su cuenta. Se los dice acá “manos me manteca”, que terminó pagando 10 euros por dos imanes sanos y uno roto en 4 pedazos. Porque no se vayan a pensar que en Europa alguien les va a regalar algo o les va a decir: No importa, no te preocupes, agarra otro. Ese que se te cayó va por nuestra cuenta. – No, no señor. Por mucha carita de apenada que pongan, siempre van a tener que pagar y llevárselo roto.

Caminamos 5 cuadras en total desde la Galería de la Academia hasta encontrarnos con la majestuosa Piazza Duomo conformada por la Catedral Santa María del Fiore, el Batisterio y el Campanario. Nuestra idea era subir a la cúpula para tener una vista panorámica de la ciudad. Dimos vuelta la plaza buscando la entrada de la iglesia para adquirir los tickets. Paralela a uno de los laterales del gran edificio, una hilera de no menos de 50 personas aguardaba paciente el ingreso. Teníamos que sacar las entradas ya!. En el intento por entrar por una de la puertas le preguntamos a un guarda donde sacarlas. Nos explico que era en una oficina que quedaba detrás del Battisterio. Acordamos con Nati que ella vaya haciendo la cola y yo iría a comprarlas. La parte de “detrás del Battisterio” era un concepto bastante amplio a decir verdad. Caminé buscando algún cartel o algo que me de a entender que estaba en el sitio correcto. De pronto reparé en una puertita en forma de arcada con un cartel que decía “Biglietteria Ticket Oficce”. Con intentarlo no perdería demasiado. Atravesé la puerta y efectivamente allí los conseguí.

No podía creer la cantidad de gente que se había sumado a la cola que ahora daba vuelta la plaza. Me costó un poco encontrar a Nati, hasta que finalmente la reconocí por su ropa… y el mate en la mano.

La fila avanzaba lentamente y ya llevábamos ahí aproximadamente 30 minutos. La hora del mediodía se acercaba y con ella las ganas de comer algo. Salí nuevamente de la fila y compré unas porciones de pizza en uno de los múltiples restaurantecitos que había alrededor.

Al fin llegó nuestro turno. Por dentro la iglesia era tan o aun más impresionante que por fuera. La cúpula es imponente. Construída por Brunelleschi, exhibiendo los frescos de Vasari continuados por Zuccari al morir el primero. Detenerse algunos minutos (o muchos) a observar detenidamente esta obra maestra renacentista es algo imperdible. El tema elegido no es otro que “El Juicio Final”. Ángeles, demonios, el cielo, el infierno, Dios, el Diablo, descubrir cada personaje, sus facciones, la representación de esas escenas, nos dejaron perplejas.

El ascenso a la cúpula no es para cualquiera, 463 son los escalones para llegar hasta allí. Yo diría que tampoco es un lugar apto para claustrofóbicos, ya que por momentos atravesaran por lugares de espacio super reducidos, donde las escaleras en caracol y la poca iluminación crean un ambiente de película que no son para cualquiera. Subir hasta la cima nos llevó aproximadamente 30 minutos. No sé si era la falta de oxígeno, el temblor en las piernas por la escalada, o qué, pero nos agarró un ataque de risa a mitad de camino. Las escaleras estaban repletas de gente atrás y adelante nuestro, pero en cada escalón sólo había espacio para una persona, asique imagínense lo estrecho del lugar. El último tramo fue el más agotador y era el que conducía al exterior de la cúpula. El ascenso era tan empinado que era casi vertical. Por fin salimos por una puertita en el techo hacia la luz. La brisa de mediados de otoño nos recibió agradablemente mientras tratábamos de acercarnos a la baranda para admirar el paisaje. Desde allí se veía la preciosa edificación de la ciudad, con sus techos de tejas rojizas. El río Arno, atravesado por decenas de puentes, entre ellos el famoso Ponte Vecchio (nuestra próxima parada). Una vista imperdible en 360°. Habremos estado más de media hora ahí arriba, sacando fotos bajo el sol con ese paisaje espectacular de fondo.

La bajada obviamente fue mucho más llevadera y rápida que la subida. El descenso es por un lugar distinto, pero no se emocionen… son la misma cantidad de escalones.

Una vez abajo recorrimos la Catedral y entramos a la Cripta de Santa Reparata que se accede con el mismo ticket. Este sitio subterráneo es bastante lúgubre a mi parecer. En excavaciones realizadas entre el 1965 y 1973 dentro de la Catedral, dejaron al descubierto los restos de la Basílica de Santa Reparata que antiguamente se posicionaba en ese mismo lugar. Se dice que había sido construida en el siglo VI, siendo la primera Catedral de Florencia. Numerosas tumbas fueron halladas en esa exploración arqueológica, además de mosaicos originales de la época, frescos, artefactos y otros “tesoros” romanos. Es una visita interesante, un pequeño viaje en el tiempo que no les llevará más de media hora.

Saliendo de allí encaminamos hacia el Battisterio. Este edificio octogonal que data del siglo V y VI, llama la atención sin dudas no solo por su forma tan peculiar, sino además por sus tres puertas de bronce esculpido. La más famosa es la que esta situada en el lateral este llamada Puerta del Paraíso, donde se observan escenas del Antiguo Testamento. Sin embargo esta y las demás puertas son copias de las originales, que fueron sacadas para evitar el deterioro. Si quieren verlas, se encuentran exhibidas en el Museo dell’Opera di Santa Maria del Fiore.

Si por fuera llama la atención, el interior los dejará sin aliento. El techo de mosaicos representando el Juicio Final es impactante. Aquí adentro también podrán ver el sepulcro del Antipapa Juan XXIII. Este lugar fue utilizado hasta el siglo XIX para celebrar los bautismos de los católicos.

Si a ustedes aún les queda fuerza pueden subir los 441 escalones del Campanario que se encuentra también en la plaza. Lamentablemente ese no fue nuestro caso, de todos modos la vista iba a ser exactamente la misma que ya habíamos tenido. A cambio de eso, ¿qué hicieron las “gorditas”? Probar el helado florentino. Y si, como no hacer una degustación de los famosos helados italianos. Es mas, no se si esto ya lo conté en alguno de los post, pero nos pusimos como “objetivo” probar helado (y cerveza) en cada ciudad que vayamos. Encontramos una heladería justo frente a la Piazza Duomo. Nos salió 3 euros el cono de dos sabores. Sinceramente, y sin desmerecer porque el helado es helado y es sagrado, no me pareció gran cosa. Era rico y cremoso, si, pero he probado helados mas ricos acá en Buenos Aires, y no hablo de las grandes cadenas. Además de que, por lo menos en ese lugar, no había una selección de gustos muy abundantes. En fin, mientras saboreábamos el helado seguimos caminando hacia el Ponte Vecchio, donde sería nuestra próxima parada. Avanzamos por Via Roma, que luego se convertía en Via Calimala y desembocaba justamente en el puente. Las callecitas de la capital Toscana estaban atestadas de personas que caminaban de un lado a otro. Cabe destacar que dentro del centro histórico está prohibida la circulación de autos de lunes a viernes entre las 7:30 y las 19:30 hs., los sábados de 7.30 a 18 hs. También los viernes, sábados y domingos, desde las 00 hasta las 4 hs. (a mediados de mayo y hasta finales de octubre). Este es un dato importante por si alquilaron auto, tendrán que dejarlo fuera del casco. Igualmente les aseguro que Florencia es una ciudad donde disfrutaran caminar.

Pues bien, íbamos por Via Calimala, y aquí hay otra parada interesante. Dentro del mercado ubicado en la intersección de esta calle y Via Calimaruzza, se encuentra la Fontana del Porcellino. Hice un post sobre eso que podrán leer clickeando ACA, donde les cuento qué película se filmó aquí, y cual es secreto de esta fuente para hacer los deseos realidad.

Luego de pedir el nuestro continuamos camino en el mismo sentido que íbamos hasta que llegamos al hermoso Ponte Vecchio. Les juro que el paisaje que ven desde allí parece salido de un cuadro. Las calmas aguas del Arno bordeadas por las calles empedradas y decoradas con un sin fin de farolitos. Los otros puentes, las coloridas construcciones en la orilla con decenas de ventanas, y la coronación del Ponte Vecchio con sus arcadas.

Dentro del puente podrán apreciar la gran cantidad de tiendas de joyería y orfebrería, de las mas famosas y caras de Firenze. Originalmente fue hecho de madera por los romanos alrededor del año 150 a.C. y luego reconstruido en la Edad Media en piedra debido a la destrucción que le causó una inundación. Se dice por ahí que fue el único puente que no fue derrumbado en la Segunda Guerra Mundial, debido a una orden mandaba nada más y nada menos por el propio Hitler. ¿Casualidad o causalidad? Sin dudas es uno de los íconos de la ciudad, el puente “viejo” como su nombre lo indica es el más antiguo de Europa, y estarán varios minutos fotografiándolo, se los aseguro. Otro dato curioso es que sobre uno de los lados del puente, por encima de las joyerías, se extiende un corredor techado que luego bordea el Arno, que conecta el Palazzo Pitti donde en su momento vivía el Gran Duque Cosimo de Medici, con el Palazzo Vecchio que es donde trabajaba. Fue así que mandó a construir este Corredor Vasariano para no mezclarse con la gente. Es una pena que este pasaje no este abierto al publico normalmente aunque su interior fue transformado en una Galería de Arte. Más abajo les dejo los horarios y días de visita a este lugar SECRETO de Florencia.

Cruzamos el puente mirando las vidrieras. Las joyas de diferentes colores y materiales resaltaban en sus escaparates. Ni se nos ocurrió entrar a alguna tienda a preguntar el valor, para qué deprimirnos.

El puente Vecchio desembocaba en Oltrarno, como su nombre lo indica “al otro lado del Arno”. Estábamos sobre la Via de Guicciardini, otra calle repleta de tiendas de moda y cafes. Justo en la primera esquina vimos un Café-restaurante donde había wifi. Entramos, no solo para usar internet, sino que necesitabamos agua para el termo y algo para comer. Pedimos un calzone de verdura, no era demasiado grande pero para ser las 4 de la tarde estaba bien para compartir entre las dos. Mientras comimos nos comunicamos con nuestras familias y despues de media hora volvimos al ruedo. Lentamente el atardecer se iba poniendo frente nuestro, lo que nos enceguecía bastante.

A nuestra izquierda aparecio la Piazza dei Pitty. Una gran muralla separaba la calle del Palacio que hoy en día es una enorme Galería de Arte compuesta de distintos museos: la Galería Palatina, el Museo degli Argenti, el Museo de la Porcelana, la Galería de Arte Moderno, la Galería del Vestido y el Museo de Carrozas. Hubiera sido interesante, si, pero no teniamos demasiado tiempo en nuestro único día en Firenze, asique sólo vimos la fachada del Palacio. Lo que si nos interesaba y mucho, era ver aunque sea parte de los Jardines de Boboli, que justamente se encuentran detrás del palacio. Seguimos caminando para buscar el ingreso cercano a la Puerta Romana, la cual alguna vez ha sido la entrada principal a la ciudad italiana. Para nuestra desgracia los Jardines ya estaban cerrados. Miramos el mapa una vez más. Faltaba una hora aproximadamente para que empezara a oscurecer y uno de los mejores lugares de Florencia para admirar el ocaso era el que sería nuestro próximo destino.

La Piazzale Michelangelo estaba a 30 cuadras desde el punto donde estábamos. Caminamos sobre nuestros pasos, nuevamente hacia el Ponte Vecchio, ya que por allí era el camino más corto. Bordeamos el río hasta quedar a la altura de la plaza. Ahora solo faltaba subir la enorme ladera que se presentaba ante nuestros ojos. Avanzamos por los caminos de senderismo que ascendían serpenteantes paralelos a la calle. La subida fue extenuante, por momentos daban ganas de abandonar realmente, más después de todo lo caminado. La recompensa fue grande. La postal que se obtiene desde la cima de esa plaza es, a mi parecer, la mejor de toda Florencia. Y el momento de la hora mágica, cuando va cayendo el sol, y las luces de la ciudad comienzan a encenderse es simplemente sensacional. Desde allí lo más llamativo será el Ponte Vecchio, la Piazza Duomo, el Palazzo Vecchio, los cuales parecen sobresalir del paisaje como si se tratara de una pintura en 3D. La plaza es bastante grande, en el centro se alza una replica del David de Miguel Angel. Una pequeña “feria” se desarrolla allí también, donde venden ropa, recuerdos, comida y bebida, etc. Nos tomamos una cervecita mientras contemplábamos el atardecer. Habremos estado ahí más de una hora, descansando, sacando fotos… comprando carteras a 10€… jaja, y evitando a toda costa la vuelta. Estábamos lejos, alrededor de 40 cuadras del hostel.

Eran aproximadamente las 8 de la noche cuando emprendimos el regreso. Esta vez cruzamos por el Ponte alle Grazie, uno antes del Vecchio, como para conocer un nuevo lugar. De todos modos no queríamos ir por lugares desconocidos o muy alejados a los que ya habíamos recorrido, más de noche. Despues de atravesar el puente caminamos bordeando el río hasta Piazzale degli Uffizi para ascender hasta la Plaza de la Señoría, una de las últimas cosas que nos quedaba por ver.

Frente a esta preciosa plaza donde se halla una de las tantas fuentes de Neptuno que se encuentran en Italia, está el famoso Palazzo Vecchio, que ya les he nombrado varias veces en este post. Este es sin dudas otro de los íconos de la ciudad, atrayente por su torre y su reloj, alberga en su interior al Museo dei Ragazzi. Allí se exponen obras de Miguel Ángel, Giorno Vasari y Bronzino, entre otros.

Cerca de ahí ubicamos un pequeño restaurante donde nos sentamos a comer algo y descansar un poco los pies. Les aseguro que llevar “curitas” para las ampoyas de los pies no va a estar de más. Pedimos un calzone y una pizza margarita. Lo que nos sobró lo envolvimos para llevar. Habiendo recargado energías estábamos listas para caminar el último tramo de 10 cuadras hasta el hostel y despedirnos al día siguiente de la hermosa Florencia que quedará en nuestra memoria.

Continuará… (en Pisa :D)

*** “El síndrome de Stendhal (también denominado síndrome de Florencia o estrés del viajero) es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión, temblor, palpitaciones, depresiones e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando estas son particularmente bellas o están expuestas en gran número en un mismo lugar”.
Ref: Magherini Graziella, El síndrome de Stendhal, Espasa Calpe, 1990 ISBN 84-239-2454-8

 

DATOS Y TIPS

Tiempo estimado en Galeria de la Academia: entre una hora y media a dos horas.

Piazza Duomo de Firenze

  • En verano recuerden que para entrar dentro de la Catedral tendrán que seguir cierto código de vestuario. Con esto me refiero a que no podrán hacerlo con shorts o polleras demasiado cortas, ni hombros descubiertos.
  • Para evitar colas, pueden sacar el ticket por internet o bien ir a primera o última hora que es el momento donde menos gente hay.
  • Si sólo les interesa tener una vista aérea de la ciudad, suban al Campanario. Tendrán la misma perspectiva que desde la cúpula de Brunelleschi, pero con muchísima menos gente.
  • Tiempo estimado en Catedral Santa Maria del Fiore: para subir, recorrer y bajar de la cúpula, e interior: 1 hora y media aprox. (sin contar el tiempo de espera en la fila)
  • Tiempo estimado en Cripta de Santa Reparata: media hora.
  • Battisterio de San Juan: 20 minutos a media hora.

Es posible comprar las entradas online en: https://www.museumflorence.com/es

Tarifa: 15€.
Reducido: 3 € (niños de 6 a 11 años)
Menores de 6 años: gratis.

*Incluye entrada a Catedral Santa Maria del Fiore, Cúpula de Brunelleschi, Campanario de Giotto, Battisterio de San Juan, Cripta de Santa Reparata y Museo de la Ópera del Duomo.

**La entrada puede utilizarse durante 48 hs. luego del acceso al primer monumento.

***No está permitido acceder al mismo monumento dos veces con el mismo ticket.

Horario:
Catedral Santa Maria del Fiore: lunes a viernes de 10 a 17 hs. Sabados de 10 a 16:45 hs. Domingos de 13:30 a 16:45 hs.
Cúpula de Brunelleschi: lunes a viernes de 8:30 a 18:20 hs. Sabados de 8:30 a 17 hs. Domingos de 13 a 16 hs.
Campanario de Giotto: todos los días de 8:15 a 18:50 hs.
Battisterio de San Juan: lunes a viernes de 8:15 a 10:15 hs y de 11:15 a 18:30 hs. Sábados de 8:15 a 18:30 hs. Domingos de 8:15 a 13:30 hs.
Cripta de Santa Reparata: lunes a viernes de 10 a 17 hs. Sábados de 10 a 16:45 hs. Domingos, cerrado.
Museo dell’Opera di Santa Maria del Fiore: lunes, viernes y sábados de 9 a 21 hs. martes a jueves y domingos de 9 a 19 hs.

Dirección Oficina de tickets: Piazza San Giovanni 7

 

Corredor Vasariano

Existen 8 recorridos por semana:
Martes y jueves a las 9 y a las 11.30 hs
Miércoles y viernes a las 14 y a las 16.30 hs.

Grupos reducidos de 25 personas como máximo.

Pueden adquirirse 5 entradas por reserva, comunicándose al teléfono de Firenze Musei 055.294883, de lunes a viernes de 8:30 a 18:30 hs. y los sábados de 8:30 a 12:30 hs.

Tarifa: €. 10.50 (€. 4.00 por reserva previa, además de un boleto para la Galería de los Uffizi de €. 6,50).

 

Palazzo Vecchio

Desde el 1 de abril hasta el 30 de septiembre:
De viernes a miércoles de 9:00 a 23:00 horas.
Jueves de 9:00 a 14:00 horas
Desde el 1 de octubre hasta el 31 de marzo:
De viernes a miércoles de 9:00 a 19:00 horas.
Jueves de 9:00 a 14:00 horas.

Adultos: 10€.
Jóvenes entre 18 y 25 años: 8€.
Menores de 18 años: entrada gratuita.

 

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Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. Javier

    Solo un dia a Florencia???

    1. vbernardez

      Todo eso lo hice en un día, pero fue bastante maratónico. Se puede, pero dos seria ideal.

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