Pasaron unos 20 minutos cuando subimos a la cubierta del ferry. El frío, en conjunto con el viento, era abominable. Fue muy complicado sacar fotos porque realmente sentía que las manos se me entumecían al inmediato contacto con el aire. Me movía de un lado a otro de la cubierta para entrar en calor pero no era suficiente. Me acerqué a la popa donde la bandera noruega flameaba incesante. La estela de espuma marina que dejaba el barco a su paso, iba perdiéndose en la neblina del fiordo. Reparé en que, por unos altoparlantes, sonaba una música; una mezcla de clásico pero con voces nórdicas. Sinceramente era como estar dentro de una película.
Activé mi “calentador instantáneo” de manos para tratar de aguantar todo lo que pudiera a la intemperie, el frío era realmente cruel desde allí arriba.
Al cabo de un rato volvimos al confortable interior donde nos preparamos un café y compré un waffle con mermelada por 30 NOK. Poco a poco sentía como los músculos y los huesos se iban descongelando, y la sangre recorría todo mi cuerpo venciendo la semi hipotermia. De pronto anunciaron que estabamos llegando a Modalen, un pequeño poblado de apenas 350 habitantes.
Regresamos con el estómago lleno a la parte superior del barco, otra vez nos musicalizaban la película mientras observábamos las pintorescas casas que se hallaban sobre la costa. Estaba nevando. Por primera vez en mi vida experimenté con todos mis sentidos lo que era una real nevada. Un “momento mágico” creo que sería una buena definición. Los copos no dejaban de caer adhiriéndose a mi campera y gorro de lana. La tormenta de nieve se hacia cada vez más intensa y el frió volvía a colarse en nuestros huesos. Cuando decidimos retornar a nuestros asientos la visibilidad hacia la costa se había vuelto casi nula. Una vez más nos “desemponchamos” y bebimos unos mates calientes para reconfortarnos.
Pasaron algunos minutos cuando nuevamente en los altoparlantes se oyó la voz del capitán contando que nos encontrábamos enfrente de la una cascada (algo pequeña).
Rápidamente salí a cubierta para fotografiar. Me sorprendió ver que casi no nevaba, ahora era como una leve llovizna. Un hombre de la tripulación del barco vestido con un mameluco completamente impermeable sacó un balde de metal el cual llenó del agua que caía por la angosta catarata. A penas abrí la puerta para regresar al interior me recibieron con un vaso que contenía del líquido recién adquirido. Lo transparente que era ese agua era algo increíble. Bebí un sorbo. Estaba fría como si la hubieran mantenido en la heladera por días. Era un agua rica (no me digan que el agua no tiene gusto) y totalmente pura. Me acerqué a Gabi, a quien también le habían servido un vaso y me senté a su lado a terminar de disfrutarla.
Pasaron algunos minutos mientras veía la copiosa nieve caer (otra vez), cuando uno de los marineros abrió la puerta delantera que teníamos justo enfrente de nuestras narices. Un ventarrón de frío y partículas congeladas ingreso sin pedir permiso. Nuevamente nos pusimos las gruesas camperas impermeables para salir, esta vez, a la proa por la parte baja del barco. La música “titanesca” volvió a resonar creando un clima dramático, y es que estábamos llegando al punto culmine de fiordo. Frente a nosotros se alzaba una pequeña aldea casi de cuentos, con sus tejados cubiertos por un manto blanco provocado por la nieve. El paisaje era melancólicamente hermoso. Cuando estuvimos lo suficientemente cerca como para ver en detalle el pueblito desolado, el ferry comenzó a dar la vuelta para emprender el regreso a Bergen.
Esta vez el viaje fue más rápido debido a que no hicimos más paradas. Para mi sorpresa, un de la veces que volví a subir a la cubierta para sacar algunas fotos, vislumbré como las nubes se iban abriendo y generaban huecos celestes sobre mi cabeza. Tal vez para la tarde tendríamos algo de sol. Era algo que esperaba sinceramente, ya que habíamos dejado para ese día el ascenso en el fonicular al Monte Fløyen.
El cielo no quiso darme el gusto y seguía nublado cuando desembarcamos en el Bryggen. Nos dirigimos hacia un local de comida mexicana, (si, comida MEXICANA en NORUEGA) donde el día anterior habíamos visto una buena oferta de burritos para almorzar. Sin embargo, al llegar, el cartel que anunciaba tal descuento no estaba. Decepcionados dimos unas vueltas pensando qué almorzar.
Doblamos a la izquierda por Kong Oscar Gate y divisamos un pequeño local tipo “food truck” de salchichas. Nos acercamos y leímos el cartel que estaba en varios idiomas, con los diferentes tipos de “panchos” que ofrecían. En el mostrador, las salchichas alemanas se veían sumamente apetitosas. Pedimos dos de bacon con queso, pensando que el queso vendría sobre la salchicha y no adentro, como fue. Creo que lo más rico de aquella salchicha fue la “lluvia” de cebolla agridulce y frita que estaba increíble. Como dato para que tengan en cuenta nos costó 60 NOK (marzo 2017).
Ahora si, con la panza llena estabamos listos para una nueva aventura en el Monte Fløyen, uno de los lugares imperdibles de la ciudad… pero eso, lo vamos a dejar para el siguiente post.
Ah! y como les dije antes, hay gran variedad de cruceros entre los fiordos, de distintas duraciones, recorridos y precios, en este LINK les dejo la página de donde pueden sacar más información.
Espero que les haya gustado este pequeño relato 😀
Esa zona va a ser mi próximo destino. Gracias por la info
gracias a vos por el mensaje!! saludos!!
Muchas gracias por toda esta informacion tan completa y detallada sobre las calles, las iglesias y los museos y otros rincones de Bergen, y las latitudes de mas alla del circulo polar artico. Mi esposo y yo iremos por alla en un par de meses, y me he estado documentando desde hace un buen rato, sobre algunas de las bellezas de eses pais. Viajar es maravilloso, el ano pasado hicimos una travesia de 9 semanas por el territorio de Yukon, Canada visitando kluani National Park, y algunos lugars de la remota Alaska, como Denali National Park, donde m encontre con una compatriota tuya de Buenos Aires.
Hola Lupita!! muchas gracias por tu mensaje, cualquier duda escribime! Coincido totalmente con vos: viajar es maravilloso!. Un beso grande!!