Por alguna extraña razón siempre comienzo a leer el periódico de atrás para adelante, asique que mejor manera de ser fiel a esa manía y empezar a contarles mi experiencia en la Rivera Maya comenzando por el final:
Tres días faltaban para emprender el regreso a Buenos Aires luego de esas merecidas vacaciones en la rivera este mexicana junto a Gabi, mi novio. El último destino era la ciudad costera de Cancún. Veníamos de unos días preciosos en Tulum, y el día anterior habíamos tenido un día agotador en las ruinas de Chichén Itzá y Cobá. Estábamos un poco cansados y con ganas de pasar todo el día tirados en la playa del all inclusive…
Vamos a hacer un pequeño flashback a unos 6 meses antes, al momento justo donde me encontraba frente a la computadora investigando cuál sería el mejor lugar para hospedarse en Cancún para una pareja que quiere descansar y estar tranquila. La oferta hotelera es muchísima, por supuesto, pero solo algunos que cubrían nuestras pretensiones estaban también al alcance del presupuesto. Recordemos también que en ese momento todavía estaba el cepo al dólar en Argentina, el temita del 35% de recargo, etc. Por eso también encontrar una empresa turística donde pueda financiar con tarjeta de crédito el monto final, en pesos argentinos, era algo que funcionaba como un filtro aún más ajustado. Después de entrar a muchas páginas, de ver cientos de fotos, leer miles de comentarios buenos y malos de montones de hoteles, me decidí por uno. A juzgar por las imágenes parecía el ideal. Un lugar sólo para adultos, romántico, a orillas del mar, 3 piletas, 5 restaurantes, all inclusive… investigué un poco más y como punto un poco menos favorable para mi, leí que tenía una piscina para hacer toples, al igual que la playa. Ok, reservé. Dicho esto volvamos a esos tres días en la playa de Cancún:
Como en todos los hoteles de la Rivera, el check in iniciaba a las 15 hs. por lo tanto aprovechamos hasta último momento las instalaciones de nuestro hotel en Tulum. Alrededor de las 12 hicimos la salida y emprendimos viaje por la carretera Cancún-Tulum. El día estaba seminublado pero a pesar de eso, el sol calentaba arriba de los 30º C. Pusimos el aire acondicionado de nuestro Chevrolet Matiz casi al máximo y mientras escuchábamos los Beatles tomamos algunos mates. Al cabo de una hora la ruta se abría en dos dando paso a la Zona Hotelera de Cancún. Aún faltaban uno 20 km para arribar al hotel. El paisaje “miamiesco” apareció a ambos lados de la carretera. Además de los colosales hoteles 5 estrellas de vez en cuando, a nuestra derecha, se veía el mar caribe de un color turquesa increíble. Sin embargo, del lado izquierdo, una inmensa laguna verde esmeralda que, a juzgar por los carteles de advertencia, estaba plagadas de cocodrilos y lagartos.
-¿Por qué no apagamos el aire acondicionado y respiramos un poco de Cancún? – me preguntó Gabi quien siempre prefiere viajar con el aire natural de cada lugar. Toqué la tecla de A/C y bajamos las ventanillas. Para nuestra sorpresa el perfume que ingresó al auto fue de lo más desagradable. Toda la ciudad olía a cloaca y no es exageración. En algunas partes el hedor era más intenso que en otras, o quizás nos empezamos a acostumbrar. No sé cual era el motivo, o si en determinada época del año eso sucede en Cancún, pero así fue.
Recorrimos la zona hotelera de punta a punta ya que nuestro hotel estaba casi llegando al centro de la ciudad. Esta franja hotelera también tenía su centro. Un mini Las Vegas, donde se encuentra la famosa disco “Coco-Bongo”, decenas de restaurantes de todo tipo, tiendas de las más famosas marcas internacionales… bueno, de todo un poco. También hay un lugar llamado “La Isla”. Se trata de un mega complejo de negocios para hacer shopping, pero de eso vamos a hablar en otro momento.
Luego de unos minutos a mano derecha apareció el cartel del hotel “Temptation Resort & Spa”, el lugar donde pasaríamos las siguientes tres últimas noches. Era un edificio alargado de tres plantas. En el centro de la entrada principal se hallaba una gran fuente de agua cuadrada sobre la cual reposaba la escultura de una pareja. Calada entre medio de ambas figuras, un agujero en forma de manzana la hacia bastante insinuante. Aparcamos el auto en el pequeño estacionamiento y, dejando nuestro equipaje en él, caminamos hacia la recepción para realizar el check in. Al acercarnos la puerta de vidrio automática se abrió y el aire acondicionado nos envolvió refrescándonos al instante. El lobby era super moderno. Algunos huéspedes esperaban recostados en unos sillones ubicados en el centro del hall, seguramente a que se hagan las 3 de la tarde, para lo que todavía faltaban algunos minutos. Nos aproximamos al largo mostrador donde había cuatro empleados muy bien presentados, cada cual inmerso en su trabajo frente a una computadora. Uno de ellos levantó la vista y nos dio la bienvenida. Le dije que tenía una reserva y le mostré los papeles correspondientes. Nos pidió los pasaportes, pero los habíamos olvidado en el auto. Gabi se ofreció a ir por ellos. Mientras esperaba que regrese, el muchacho comenzó a cargar los datos en el ordenador. Yo lo miraba con atención. De pronto vi que la reacción de su cara presagiaba algo malo.
-La reserva que hicieron está cancelada… – me dijo. – Cómo?! – no podía salir de mi asombro después de escuchar aquello. Hacía meses que había reservado el hotel y es más, estaba todo pago. Le digo que no puede ser, le comento que estaba la reserva paga. El muchacho me explica que la empresa que contraté no les había pagado y ellos cancelaron la reserva. Le pido encarecidamente me preste el teléfono para llamar a “AlMundo”. En seguida tecleó los números que figuraban en el voucher que le había entregado impreso. Gabi regresó con los pasaportes y al comentarle el pequeño inconveniente me puso mala cara, aunque no creo que haya sido peor de la que yo ya tenía. El recepcionista hablaba con uno y con otro a través del auricular, pero no lograba contactar a nadie de mi querida empresa de viajes. De pronto logra que lo atiendan y me pasa el tubo. Atolondradamente empiezo a explicarle a la persona del otro lado de la línea lo que estaba sucediendo, pero cuando termino de hablar me dice que no sabía de lo que le estaba hablando, que no pertenecía a ninguna empresa de viajes. Ah! Perfecto!. El joven busca más números de contacto en internet y mientras intenta comunicarse, nos hace completar las planillas del check in y nos pone las respectivas pulseritas de all inclusive. Pasó alrededor de media hora, sin soluciones nos asigna una habitación con la condición de que nos avisaría si no lograba resolver el problema.
-¿Lejos o cerca de la fiesta? – al oír esto cruzamos miradas con Gabi. – Lejos – decimos casi al unísono. – Ok, es la habitación 3127, tercer piso. Pasen con Mariana quien les va a contar las actividades de hotel. – nos dice señalando a una señora muy bien vestida, baja y regordeta que estaba a unos metros observándonos. La seguimos hasta detrás un cubículo donde nos hizo tomar asiento. Se lamentó por los inconvenientes que estábamos teniendo mientras sacaba un mapa del hotel de su cajón. – Bueno chavos no se preocupen que se va a solucionar todo y acá la van a pasar super. Primero que nada, ¿saben cómo es el espíritu del hotel no?… Que está un poco loco… – con Gabi nos miramos en silencio y con cara de circunstancia dirigimos la vista de nuevo hacia Mariana. – Eh… no.- dije sin saber a que se refería con lo de “hotel un poco loco”.
– Bueno, les cuento entonces… Todas las noches hay fiestas temáticas, por ejemplo hoy es… – se fija en un calendario la fecha con el tema del día – martes, es noche de Rock & Roll. Mañana miércoles de noche de Strippers, por lo tanto para ir a la pileta principal si desean pueden ir vestidos de strippers… y el jueves… es noche de lencería. Tú tendrías que ir vestida en ropa interior y tú – señalando a Gabi – en bóxer. Los jueves sí es obligatorio respetar el código de vestuario. – Silencio. ¡¡¡Tragame tierra!!! No me atrevía a mirar a mi novio a la cara al escuchar todo lo que nos estaban informando. Poco a poco iba atando cabos y todo cobraba sentido, o por lo menos el nombre del hotel con las fiestas temáticas.
– Pero… – comienzo a decir – ¿es obligatorio ir de lencería si o si? – pregunto con miedo a la respuesta.
– Sólo si quieren ir a la disco o a la pileta principal.
– Aaahhhhh – suspiro aliviada.
La mujer comienza a hacer unas marcas en el mapa. – Bueno chicos, tienen 3 piscinas: la sexy, que es donde está la fiesta. La piscina de deporte, donde se hacen juegos y actividades. Y la quiet pool, que es la tranquila. Como saben en este lugar se puede hacer todo lo que quieran. Están prohibidos los desnudos pero permitidos los toples, para las mujeres, claro. Las reglas principales del hotel son que no se permite tomar fotografías, justamente para respetar la intimidad y recuerden que NO significa NO. – volvemos cruzar miradas con Gabi asintiendo con la cabeza, pensando que lo de que “NO significa NO”, se refería justamente al tema de no sacar fotos. Mariana nos sigue contando sobre los restaurantes y bares del establecimiento. Sólo dos eran con reserva, el asiático y el italiano. Ofrecían también un restaurante buffet, uno mexicano y por último uno de solo mariscos. Señaló donde cambiar las toallas y nos habló sobre un desayuno de bienvenida que sería al día siguiente, donde nos darían unas “playeras” (remeras) para promocionar el hotel. Volvió a darnos la bienvenida y nos explicó como llegar a la habitación.
Tres pisos subimos por escalera. No había ascensor. Obviamente recibí un par de puteadas por el pequeño exceso de equipaje, pero eso es un detalle menor. Entramos a la habitación. Al abrir la puerta sentimos el olor a humedad que impregnaba el ambiente. El cuarto era super amplio. Apenas ingresamos vimos a la derecha la puerta hacia el toilet y a la izquierda del pasillo, el frigobar (que tanto habíamos extrañado las 5 noches anteriores), donde no faltaba la cerveza, y un placard que cualquier mujer envidiaría. Una cama de dos plazas y media reposaba contra la pared derecha. El respaldo de madera color blanco contenía en el centro un cuadrado calado. Dentro de él, una manzana plateada 3D del tamaño de un melón, del mismo tipo de la que había visto en la entrada. Dos mesas de luz a cada lado de la cama, blancas también, haciendo juego. La gama de colores era blanco, negro y rojo, tanto en la ropa de cama como en las alfombras y cortinas. A la izquierda de la cama un sillón redondo con un pequeño respaldo de color crema con arabescos negros y unos 4 almohadones de la misma tela, eran iluminados por una lámpara de pie sencilla pero alucinante, que intentare describir. Toda plateada, base chata y redonda, la cual soportaba un largo y fino mástil en forma de arco, culminado por una tulipa en forma de bol invertido, en cual flotaba justo en el centro del sillón. Frente al él, una mesa de vidrio redonda de mediano tamaño, con dos sillas haciendo juego en hierro negro. Junto a todo esto, más al fondo de la habitación, un gran ventanal de puerta corrediza daba a una especie de patio donde había una mesita de jardín y dos sillas del mismo estilo. Volviendo al interior, a la izquierda de la cama, la pared era un espejo que llegaba del piso al techo. Frente a la cama, un mueble de madera blanca con cajones sobre la cual estaba el televisor LCD.
Dejamos el equipaje y nos preparamos para ir a la playa y almorzar algo. Estábamos a punto de salir de la habitación cuando me percato de un pequeño gran detalle. Al lado de la puerta de entrada, justo debajo de la tecla para encender y apagar la luz, había otra tecla más con un cartelito que decía: Sexy. Aja… Me acerqué al ventanal y corrí la cortina dejando la habitación en absoluta oscuridad y le pedí a Gabi que apriete el misterioso botón. Las mesitas de luz y la manzana del respaldo de la cama se encendieron de un color rojo furioso. Como diríamos en Argentina: estábamos en “un telo” 5 estrellas. Todavía riendo bajamos por las escaleras. No podría describir la cantidad de “personajes” que había en este hotel, sin ánimos de ofender nadie, con las vestimentas más extravagantes que he visto; y por supuesto el 95% de las mujeres de todas las edades hacían toples.
Nos dirigimos a un restaurant que estaba frente a la pileta de deporte. Lo mejor de este hotel fue la comida sin dudas. Eran las 4 de la tarde y pudimos almorzar una fantástica comida mexicana acompañada por cerveza tirada. Al finalizar, fuimos hacia la zona de playa. Luego de las paradisíacas playas que había pisado a lo largo de este viaje, debo decir que esta me decepcionó bastante. Justo en esa parte se formaba una especie de bahía encerrada por dos muelles donde amarraban embarcaciones pequeñas. El agua era transparente, pero turbia y muy caliente. No había olas y el fondo del mar era algo pegajoso. Me dio una sensación de suciedad, además de que vimos un caño de unos 20 cm de diámetro que venía desde el hotel y desembocaba justamente allí, quien sabe de que sería. La playa era corta, repleta de camastros y camas para tomar sol. La música de rock & roll llegaba desde la sexy pool a todo volumen. Me sentía algo desubicada leyendo un libro en esa playa. Por al lado nuestro paseaban parejas, grupos de parejas, grupos de hombres jóvenes, grupos de mujeres. Gran variedad de personas, pero en su gran mayoría de habla inglesa. Casi nada de latinos o habla hispana. Muchos nos miraban. Sentía sus ojos encima nuestro y al cruzar la vista con ellos no la apartaban. Eso también me incomodó un poco. Busqué las toallas, que eran tan grandes que podría haber envuelto a tres personas con una sola. Aproveché también, a pedir dos cervezas más en el bar de la piscina. Al cabo de un rato fuimos hasta la pileta de deportes la cual estaba desierta. Era increíble la temperatura del agua, parecía climatizada. Aún me queda la duda si lo era realmente. Teníamos la piscina para nosotros dos solos. Afuera se paseaban las personas que ya estaban yendo a los restaurantes a cenar. Me llamó poderosamente la atención una mujer, de entrada edad, de pelo rubio hasta la cintura y lacio. Llevaba un top de lentejuelas blancas el cual resaltaba enormemente su bronceado y sus pechos operados. Más abajo, un pantalón de tul blanco, que no dejaba nada a la imaginación, y brillaba con los últimos rayos de sol. Había de tener purpurina o algo así que lo hacía brillar a cada paso, pero juro que no llevaba nada debajo de él. En los pies usaba unos zapatos de taco transparentes de mínimo 10 cm de altura. Mientras caminaba alrededor de la piscina nos noté que ella también nos miraba a nosotros. A su lado caminaba un hombre más joven, de estatura mediana y músculos inflados por donde se lo mire. Llevaba camisa de manga corta que dejaba ver sus brazos tatuados, y bermuda de vestir. Pelado y con anteojos de sol. La blancura de su piel se había transformado en un rojo camarón, sobre todo en la cara y la pelada. Ambos ingresaron al restaurante asiático que estaba frente a esa pileta. Perdón por ser tan descriptiva, pero para que tengan una idea lo más cercana posible a lo que estaba viviendo, esos detalles son sumamente importantes.
Ahora vayamos al grano y dejemos tantas vueltas: estábamos en un hotel swinger y no lo sabíamos. Si, si, así como lo leen. O por lo menos uno a los que van en su mayoría swingers, ya que en su página web no lo anuncian como tal. Todo bien con lo open mind, pero es un detalle que creo tendría que estar explícito. Para los que busquen una experiencia diferente o estar de fiesta todo el día, se los recomiendo!. El segundo día hubo una fiesta de espuma en la pileta, y les aseguro que era una VERDADERA fiesta… También me enteré que la semana anterior había habido una fiesta con show de poledance, además de las temáticas de las que hablaba al principio. Ojo! Me enteré del temita swinger cuando ya estaba en Bs. As., leyendo más comentarios del hotel, y ahí me cayeron todas las fichas. Sobre todo lo de la regla de oro: NO significa NO. Esta quedará como una anécdota graciosa del viaje pero tal vez si hubiéramos sido distintos la habríamos pasado muy mal. Me imagino a mi mamá en un lugar así! Jaja. Es más, la primera mañana, en el desayuno captamos la conversación de una pareja oriental que hablaba con una responsable del hotel y le comentaban que estaban a disgusto. La mujer les daba recomendaciones de lugares que podían ir a pasar el día, como Isla Mujeres. Pero claro, uno paga un all inclusive para estar justamente en el hotel y aprovechar los días ahí. No sé en que habrá quedado…
Asique viajeros… a la hora de elegir donde hospedarse por favor, lean todo lo que encuentren comentarios, fotos, Facebook. Infórmense bien, porque el mundo esta lleno de sorpresas!!!